No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 200

—Así que, quiero que lo pienses bien y dejes de decir eso de “un mes después”, “en dos meses” o “antes de que termine el año”.

Johana había aguantado tres años. Tres años de espera, de paciencia, y Ariel seguía aplazando todo, incluso proponiendo esperar hasta fin de año. Sentía que ya era demasiado, que Ariel se estaba aprovechando. Por eso, sin poder aguantarse más, soltó de golpe todo lo que llevaba guardando tanto tiempo.

Durante esos tres años, ella había intentado una y otra vez.

Quiso hablar con él, abrirse de corazón, buscar juntos las razones de los problemas en su matrimonio y tratar de arreglar las cosas. Quería construir una vida juntos, no solo sobrevivir a los días.

¿Y Ariel? Cada vez que ella lo buscaba, él la ignoraba. Le colgaba el teléfono una vez tras otra, hasta la bloqueó de todos lados.

Él nunca sabría lo que se sentía tener el corazón repleto de ganas de arreglar las cosas, de querer hablar desde lo más profundo, y no encontrar ni una puerta abierta, ni siquiera un lugar donde dejar las palabras que le ahogaban el pecho.

Era una desesperación que le rompía por dentro, una angustia que no le deseaba a nadie.

¿Que Ariel quería hablar ahora?

—Perdón, pero yo ya no quiero hablar más —dijo Johana, con voz tranquila.

Aquellas palabras sinceras y llenas de cariño, las ganas de contarle todo, de construir algo juntos, ya ni las recordaba. Todo ese entusiasmo y dedicación de antes, se habían esfumado.

A pesar de que Ariel la había salvado una vez, esos tres años que vivió sintiéndose vacía, su depresión profunda, ya eran suficiente pago.

Cuando terminó de decirlo, Johana recobró su calma habitual. Su voz volvió a sonar serena:

—Ya es tarde, mejor descansa.

Sin mirar atrás, se giró y empezó a caminar hacia un lado.

Cuando pasó junto a Ariel, él la sujetó de la muñeca y la jaló hacia sí.

Johana dio unos pasos hacia atrás, tambaleándose, y al alzar la mirada, vio que Ariel le tomó la cara entre las manos, intentando acercarla como antes para besarla. Sin pensarlo, ella lo empujó con fuerza.

Alzó la mano y estuvo a punto de abofetearlo.

Pero, justo cuando la palma iba a estrellarse en la cara de Ariel, se detuvo. Al final, no lo hizo.

Dejó su mano suspendida en el aire, la cerró en un puño y la bajó despacio.

—Ariel, no te golpeé porque me salvaste una vez. Después de tantos años de conocernos, no quiero...

Johana se detuvo un instante, respiró hondo y giró el tema.

—Las familias siguen teniendo buena relación. Espero que podamos terminar esto en paz.

Agregó:

—Y por cierto, el seguimiento de tu producto lo va a manejar Edmundo. Si te soy sincera, yo no puedo ser objetiva contigo.

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