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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 231

Raúl Durán soltó una risa divertida.

—Marisela Paredes, ese es tu propio hermano, ¿no podrías desearle algo bueno por una vez? ¿Cómo sabes que esta vez quiere perjudicar a Joha, y no es que en realidad está tratando de ayudarla?

Marisela respondió con total seguridad:

—Justamente porque es mi hermano lo conozco de sobra. Por eso tengo que salvar a Joha de sus garras.

Decidida a meterse en todo, Marisela no pensaba dar su brazo a torcer. Raúl, viendo que no tenía caso discutir, intentó calmarla:

—Bueno, bueno, está bien, la vamos a salvar, los dos juntos, ¿sí? Pero antes, señorita, déjame llevarte de regreso.

Raúl, siempre tan paciente, se llevó una sorpresa cuando Marisela apartó su mano de su hombro de un manotazo.

—Deja de apoyarlo. Estás ayudando a mi hermano a meter en líos a Joha. No me toques.

Quitándose de encima a Raúl, Marisela avanzó a paso firme, dejándolo atrás.

Raúl reaccionó rápido, alcanzándola en unos cuantos pasos.

—¿Cuándo la he perjudicado? No me levantes falsos.

Sentía más compasión y ganas de protegerla que otra cosa, ¿cómo iba a querer hacerle daño?

Marisela insistió, casi como si le revelara un secreto:

—Claro que sí. Todo lo de hoy lo planeaste tú.

Raúl tomó la bolsa que Marisela traía colgada del hombro y se la cargó.

—¿No te diste cuenta de que tu hermano no quiere que Joha se vaya? Está buscándola, quiere que se quede con él.

Al escuchar eso, Marisela solo bufó, sin molestarse en responderle.

Raúl, sin perder la paciencia, volvió a ponerle el brazo sobre los hombros, tratando de ganarse su perdón:

—Ya, ya, no te enojes. Vamos, te llevo de regreso.

Raúl siempre tan paciente, Marisela ya ni ganas tenía de regañarlo o de pelearse con él.

Pensándolo bien, Raúl tenía buen carácter, Noé también, y Ramón ni se diga. Todos eran atentos y considerados con las chicas.

Si Ariel Paredes tenía una amistad tan cercana con ellos, ¿cómo es que no se le pegaba nada de eso? ¿Por qué no podía tratar bien a Joha, o al menos intentar consentirla un poco?

...

Mientras tanto, en el interior de un carro negro de lujo.

Johana giró la cabeza y respondió en voz baja:

—Sí.

Ariel le contestó con un tono amable:

—Mañana paso por ustedes, por ti y por el abuelo.

Johana lo miró y, con la voz suave, replicó:

—No hace falta, es solo un chequeo. Yo puedo...

Antes de que terminara, Ariel la interrumpió con calma, sin mostrar emociones en el rostro:

—Johana, aunque no tuviéramos esta relación, aunque solo fuera por la amistad de los abuelos, igual es mi deber hacerlo.

Con esas palabras tan claras, Johana ya no dijo nada más.

Y, en el fondo, Johana no podía negar que durante todos esos años, la familia Paredes siempre había cuidado de ella y de su abuelo.

Además de su amistad con Marisela, tanto Néstor Paredes como Ariel siempre se habían preocupado por ella y su abuelo.

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