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No Me Dejes, Aunque No Te Lo Mereces romance Capítulo 97

La actitud del abuelo y la abuela no pasó desapercibida para Johana, que de inmediato volteó a ver a Ariel.

Tal como lo había sospechado.

Los abuelos estaban molestos por el asunto.

El abuelo, sin decir más, levantó su bastón y le soltó dos buenos golpes a Ariel, haciendo que Johana se sobresaltara.

Hacía mucho que no veía a Ariel recibir una paliza.

Ariel, encorvándose un poco, se sacudió el pantalón con desgano y comentó como si nada:

—Abuelo, ¿ya viste la edad que tienes? ¿No deberías mantener la calma? No porque allá afuera se arme un escándalo, aquí en casa todos tenemos que perder la cabeza.

Apenas terminó de hablar, la voz de Adela llegó desde el comedor:

—¡Joha, ya regresaste! Apúrate y ven a cenar.

Mientras decía esto, Adela también gritó un par de veces hacia el piso de arriba, llamando a Marisela para que bajara a comer.

Por la actitud de Adela, parecía que el asunto de las acciones ni la preocupaba. Seguía igual que siempre, con esa sonrisa de oreja a oreja.

En cuestión de minutos, toda la familia ya estaba sentada alrededor de la mesa cuando la abuela retomó el tema:

—Ariel, ¿qué está pasando allá afuera? ¿Por qué hasta las acciones de la empresa andan dando tumbos?

Ariel, sentado a la izquierda de Johana, le pasó los cubiertos y le sirvió comida en el plato antes de mirar a la abuela y responderle con una sonrisa:

—Lo que aparece en internet, abuela, son chismes. No hay que tomarlos en serio, son solo cuentos para pasar el rato.

Descartó por completo los rumores, pero la abuela insistió:

—¿Y lo de antes también era puro cuento?

—¿Entonces qué más podía ser? —replicó Ariel, restándole importancia aunque todavía sentía el ardor de los bastonazos del abuelo.

Sin añadir más, Ariel sirvió un plato de sopa de cebolla y lo puso frente a Johana.

Marisela, sentada cerca, soltó un par de risitas burlonas, como diciendo que ni un ingenuo se tragaría esas excusas.

Al escuchar la risa de Marisela, la abuela volteó hacia Johana, con ese tono dulce con el que uno le habla a una niña:

—Ariel, te lo digo de una vez. Si de verdad quieres divorciarte de Joha, si insistes en estar con esa muchacha Carrasco, primero ve y compra dos ataúdes; así tu abuelo y yo nos morimos antes.

Apenas terminó de hablar, Adela se apuró a intervenir, haciendo gestos de desaprobación:

—¡Ay, mamá, no diga esas cosas! Ariel jamás va a divorciarse de Joha, ni va a andar con Maite.

La abuela asintió:

—Mientras de verdad no tengas esa intención, me quedo tranquila.

Luego, mirando de nuevo a Ariel, le lanzó el reto definitivo:

—Si de verdad no tienes esa intención, este año quiero que tengan un bebé. Así tu abuelo y yo podremos cargar a nuestro bisnieto, ¿aceptas?

Con la mirada fija en Ariel, la abuela dejó claro que no aceptaría un no por respuesta.

Viendo la determinación en el rostro de la abuela, Ariel no pudo evitar sonreír y respondió, un poco en broma, un poco en serio:

—Está bien, abuela, ya quedó. Este año vamos a tener ese bebé.

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