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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 37

—¡Si no quieres estar aquí, lárgate ahora mismo! —le gritó Felipe. Odiaba que lo amenazaran.

Y más aún Betina, que era la culpable. Si no la había echado, había sido por respeto a Sabri.

La respuesta de Felipe la dejó sin palabras y completamente humillada. Sin decir nada más, se levantó y se fue a su habitación.

A nadie le importó su partida. Felipe le entregó la llave maestra a Petrona.

—Administra bien la casa. No me decepciones.

Petrona tomó la llave, radiante.

—Gracias, abuelo. No lo decepcionaré.

—Bueno, a cenar.

***

Terminada la cena, Sabrina subió al cuarto piso.

—El señor Guerrero no solo ha abierto los ojos hoy, sino que también me ha respondido. Le he hecho preguntas y ha parpadeado —le informó Matías.

Ignacio se encontraba en un estado de coma profundo, similar a un sueño del que no podía despertar. Podía abrir los ojos y su mente estaba lúcida, pero no podía hablar ni moverse.

—¡Qué buena noticia! —exclamó Sabrina, emocionada. Su medicina estaba funcionando.

Entró en la habitación. Ignacio tenía los ojos abiertos, pero su mirada estaba perdida, desenfocada.

—Ignacio, ¿me oyes? Soy Sabrina —dijo, sentándose a su lado y tomándole la mano.

Los ojos de Ignacio se movieron y parpadeó, como si le estuviera respondiendo.

—Qué bien que me oyes. Pronto despertarás del todo. Así que sé bueno y tómate la medicina, ¿de acuerdo? —le dijo, como si hablara con un niño.

Sabrina se detuvo en seco. Se giró y vio que los ojos de Ignacio, por primera vez, la miraban con claridad. La alegría la invadió.

—¡Ignacio, has despertado! ¡Por fin!

¡Cuatro meses antes que en su vida anterior!

Ignacio la miró con reproche, como si hubiera cometido una terrible fechoría.

—¿No quieres que llame a nadie para que te cambie y te limpie? —preguntó Sabrina, entendiendo su mirada.

Ignacio parpadeó.

Hacía meses que no usaba la voz. Decir ese simple «no» le había costado un mundo.

***

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