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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 139

Raquel, sin el menor temor, soltó una carcajada.

—Karina, ¿de plano ya te enojaste porque te quedó el saco? Mira que ya pasó tanto tiempo, tú ya tienes nuevo esposo, ¿por qué sigues sin superar a Valentín?

No perdió la oportunidad de burlarse aún más:

—¿Qué pasa, te molesta que Fátima sea mejor que tú? ¿Ni siquiera puedes aceptar que alguien diga la verdad?

En ese momento, Fátima se adelantó, frunciendo el entrecejo con un gesto de falsa preocupación.

—Karina, de verdad, he hecho todo lo posible por llevar la fiesta en paz para que no sigas enojada conmigo. Ya me cansé, te lo juro. No te pido que me perdones, pero ¿puedes dejar de buscarme pleito sin razón? No quiero que por mi culpa terminen involucrando a más gente.

Al decir esto, miró de reojo a Lázaro, quien estaba a un costado. Aunque intentó disimular, la admiración que le provocó el hombre se notó en sus ojos.

—Señor, no me malinterprete, Karina en realidad es una buena chica. Todo esto es por un malentendido entre nosotras, por eso ha estado así. No la juzgue tan mal…

Karina sintió ganas de reírse por lo absurdo de la situación.

¿Cómo era posible que alguien pudiera actuar tan bien?

Por un lado, posando de inocente y pura delante de todos, y por el otro, metiendo cizaña con cada palabra, intentando enemistarla con Lázaro.

Pero antes de que Karina pudiera responder, el hombre a su lado tomó la iniciativa.

Él estiró el brazo y acercó la silla de Karina hacia sí, de modo que su pecho casi rozó la espalda de ella.

Con voz firme y protectora dijo:

—Tranquila, yo conozco mejor que nadie a mi esposa. Y sí, para mí ella es la mejor mujer que existe en el mundo.

El corazón de Karina dio un brinco inesperado.

Levantó la cabeza y se topó de frente con la mirada profunda y oscura del hombre, perdiéndose en esos ojos tan intensos.

Fátima se quedó petrificada, sin saber qué decir, cuando de pronto, desde las escaleras, se escuchó un grito lleno de furia.

—¡¿Quién la dejó entrar?!

Todos voltearon, y vieron a Yolanda bajar del segundo piso con el ceño fruncido, la cara seria como pocas veces.

Vestía un vestido largo de seda, sin una gota de maquillaje, pero aun así irradiaba esa autoridad que sólo las grandes señoras de la alta sociedad pueden tener. Bastaba que se enojara para que hasta Gonzalo le tuviera respeto.

Los que hace un momento estaban disfrutando del chisme, enmudecieron de inmediato.

Raquel palideció, bajando la cabeza con nerviosismo; ni loca admitía que ella había sido quien invitó a Fátima.

Fátima se apresuró a acercarse, con una sonrisa fingida.

—Señora, ¿cómo ha estado de salud últimamente? Quería venir a visitarla, pero por unos malentendidos, ni usted ni Karina me querían ver. De verdad me siento muy triste por eso…

Yolanda la interrumpió de inmediato, con la mirada más cortante que uno pueda imaginar.

Capítulo 139 1

Capítulo 139 2

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