Entrar Via

Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 151

Belén tenía una expresión misteriosa, como si escondiera algo importante.

—No es algo que pueda contar —musitó, esquivando la mirada de Karina—. Pero si la abuelita te llamó, tú ve, solo no me lleves contigo, por favor.

Karina, aún más intrigada, preguntó:

—¿Por qué te da tanta cosa esa señora? ¿Acaso te hizo algo?

—No es que no me caiga bien —se apresuró a corregir Belén—. Lo que pasa es que le tengo miedo, así, miedo de verdad. Solo tú, con ese valor que tienes, te animas a platicar con ella.

Karina frunció el ceño, sin entender.

—Pero si me parece bastante amable… Además, siempre que hablo con ella, termino aprendiendo algo nuevo. La última vez, gracias a un consejo suyo, pude resolver aquel problema complicado del profesor Víctor.

—Eso es porque no sabes todo lo que ha hecho. Mejor ni te cuento. Yo solo puedo mantener la distancia y respetarla desde lejos. Cuando vuelvas al asilo, te la encargo, tú eres la única que puede platicar con ella.

...

Al llegar a casa, Karina se dio una ducha y se dejó caer sobre su cama, hundiéndose en su colchón suave.

Sacó su celular, dudando si debía explicarle a Lázaro lo que había pasado en el hospital. El dedo tembloroso sobre la pantalla, pensándolo demasiado. Pero al final, se armó de valor y marcó su número.

—Tuut… Tuut…

A la segunda señal, respondió.

Karina apenas respiró aliviada cuando escuchó la voz de él, grave y cortante, como si le pesara cada palabra:

—¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Se notaba el fastidio en su tono, y hasta un dejo de molestia.

Karina se tragó todo lo que tenía pensado decir. El coraje se le atoró en la garganta.

—Bueno… si quieres hablamos cuando termines —susurró.

Del otro lado, solo hubo silencio.

Y enseguida:

—Tuut… Tuut…

Colgó sin más.

Karina se quedó boca abajo, enterrada en la cama, llena de rabia y tristeza. Apretó la almohada y la golpeó dos veces con fuerza.

Por costumbre, quiso desahogarse con Belén, pero sus dedos se detuvieron. Cambió de idea de repente, abrió la cámara con filtros y buscó su mejor ángulo. Se tomó una foto: mirada dulce pero a la vez provocativa, ojos un poco llorosos y un toque de tristeza en la esquina de la boca.

Entró a sus publicaciones, configuró la privacidad para que solo Lázaro pudiera verla y subió la foto.

Agregó el texto:

[Ya sé que la regué, si esa persona no me perdona, mi corazón se va a romper en mil pedazos como un código QR. 💔💔]

La chica de la imagen tenía el cabello largo y oscuro esparcido sobre la almohada blanca, los ojos grandes y brillosos llenos de humedad, la esquina de los ojos un poco enrojecida, los labios apenas fruncidos, como si fuera una fruta madura esperando que alguien la mordiera.

Inocente, pero imposible de ignorar.

A Lázaro se le detuvo la respiración. Tragó saliva, y no pudo apartar la mirada de la foto.

Solo después de mucho rato se fijó en el texto que la acompañaba.

—Qué infantil —soltó, con una sonrisa que no pudo ocultar, antes de tirar el celular a un lado.

Un minuto después, lo recogió y, sin pensarlo, dejó el dedo sobre la foto y la guardó.

...

A la mañana siguiente, Karina estaba a punto de salir rumbo al asilo cuando recibió un mensaje del profesor Víctor.

[¡Mocosa! ¿Ya avanzaste con el proyecto del dron de rescate? Ya regresé de mi viaje y te traje un libro único sobre el tema. ¡Muévete y ven a buscarlo!]

Karina puso los ojos en blanco, entre divertida y resignada. No le quedó más remedio que cambiar de planes y manejar directo a la casa del profesor.

...

Mientras tanto, en el asilo, la abuelita ya estaba lista desde temprano. Sentada en la sala de cristal, miraba ansiosa hacia la entrada.

La puerta del jardín se abrió, pero quien entró no fue Karina, sino una figura alta y elegante.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador