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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 183

El sudor frío le corría por la espalda a Karina.

¿Qué pretendía este hombre, al final?

¡Solo habían sido un par de coincidencias desafortunadas! ¿Por qué tenía que enredarlas con el destino o la suerte?

Se echó hacia atrás por instinto, deseando alejarse lo más posible de ese hombre peligroso.

Pero se fue tan atrás que la cintura, que ya traía adolorida, le falló de pronto. No pudo sostenerse y perdió el equilibrio, cayendo hacia atrás.

Sin embargo, un brazo la sujetó con rapidez por la cintura, deteniéndola justo a tiempo y regresándola a su lugar.

El calor de ese cuerpo la atravesó incluso a través de la tela delgada, una sensación tan conocida como extraña.

Karina reaccionó como si se hubiera quemado, apartó la mano de él de un empujón y dio varios pasos hacia atrás, casi tropezando.

—¡Sr. Boris! —exclamó nerviosa, la voz le temblaba—. Lo de antes… todo fue pura casualidad, se lo juro. Si en algún momento le di una impresión equivocada, le pido disculpas.

El hombre la observó, viendo cómo ella se esforzaba por marcar distancia, igualita a un ave asustada. Finalmente, la diversión en su mirada se desvaneció un poco.

Ya no se acercó más. Dio media vuelta y regresó al sillón, sentándose con una actitud relajada, pero con esa elegancia innata que lo distinguía.

—No tienes que ponerte nerviosa, no muerdo.

Solo entonces Karina logró calmarse un poco. Sacó un pañuelo y se secó el sudor del cuello, forzando una sonrisa incómoda.

—Debe ser… porque el aire está muy caliente —murmuró.

Al pasarse el pañuelo, la base de maquillaje se corrió y dejó al descubierto la marca de un beso en su piel, que quedó expuesta al aire.

La mirada del hombre se oscureció de golpe.

Su garganta se movió con fuerza, tragando saliva sin poder evitarlo. Cruzó las piernas, inclinándose hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas en una postura de autoprotección.

—¿Y bien? —su voz sonó más ronca que antes, cargada de una inquietud inexplicable—. ¿A qué viniste?

Karina se obligó a ignorar esa mirada que parecía quemarla y respiró hondo, hablando con una sinceridad absoluta.

—Sr. Boris, sé que Grupo Juárez tiene recursos de sobra y que comprar Grupo Galaxia para ustedes es solo un pequeño movimiento más en su mapa de negocios.

—Pero Grupo Galaxia es el trabajo de toda la vida de mi abuelo, y para mí… es lo último que me queda, el único lugar que todavía me sostiene.

—Puede que ya no sea lo que fue hace años, pero ahí están los sueños de tres generaciones. No quiero que desaparezca, ni que termine como un simple número en el reporte financiero de alguien más.

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