En la televisión, la presentadora de finanzas leía las noticias con voz seria.
—Hoy a las nueve de la mañana, el Grupo Juárez llevó a cabo una importante junta de consejo. Hace unos días, la noticia del matrimonio repentino del señor Boris disparó las acciones del Grupo Juárez. Mucha gente cree que aprovechará para regresar oficialmente a la dirección del grupo…
—Pero, lamentablemente, el señor Boris volvió a ausentarse, tan misterioso como siempre. Hasta ahora, no hemos logrado obtener una sola foto de su verdadero aspecto, y las especulaciones sobre la identidad de su esposa aumentan cada vez más…
Karina veía la pantalla absorta, sin parpadear. Por el rabillo del ojo, notó cómo se acercaba lentamente una sombra alta y poderosa.
Ella se sobresaltó, volviendo a la realidad, y notó que Lázaro también estaba viendo la tele.
Sin poder evitarlo, Karina le soltó el chisme:
—Ese Boris es justo del que te platiqué, el que se parece un montón a ti, el señor Boris.
Se animó a analizar:
—¿No crees que es raro? La noticia del matrimonio subió las acciones por los cielos, y, aun así, él ni se presentó en la junta. Si sólo se dejara ver, ya tendría asegurada la herencia, ¿no crees?
—Dicen que los papás siempre prefieren al hijo mayor, pero Iker Juárez no ha soltado el control en todos estos años. Yo digo que seguro está esperando a Boris. Y, según los rumores, este Boris es todavía más capaz que su hermano mayor.
De repente, la voz grave de Lázaro interrumpió su monólogo.
—Apenas se te alivió la garganta y ya no puedes dejar de hablar —soltó, con tono medio burlón.
Karina se quedó a medias, algo apenada.
—¿Te da mucha curiosidad el Grupo Juárez? —añadió él, sin apartar la vista de la pantalla.
—Pues la verdad, sí. Todos tenemos curiosidad —explicó, sintiéndose un poco culpable—. Además, nuestra empresa acaba de firmar con Panorama de Casa, que es parte del Grupo Juárez. Saber más nunca está de más.
Hizo un ademán con la mano, restándole importancia.
—Bah, igual ni me entiendes de negocios, ¿para qué te cuento?
Cambiando de tema, dirigió la mirada a la laptop de Lázaro, llena de documentos y ventanas abiertas.
—Por cierto, te vi toda la tarde en la compu. Si eres bombero, ¿qué tanto trabajo te llevas a la casa? ¿Qué tienes que hacer en la laptop tanto rato?
—Nada importante.
Sin darle más vueltas, Lázaro tomó el control y cambió de canal. Ahora pasaban una telenovela de época.
—Ustedes las mujeres no son fans de estas novelas? Mira eso, mejor enfócate en la historia y no en las noticias inventadas.
Karina soltó una risita por el tono tan seguro con que lo dijo.
Abrió la boca, pero no supo cómo explicarse. ¿Cómo iba a decirle que era raro que un esposo cargara a su esposa en brazos? Aunque, pensándolo bien, sí eran pareja… y si alguien los veía, ¿qué más daba?
Al final, resignada, prefirió no decir nada y dejó que la llevara hasta el baño.
...
Al salir, Karina se aferró al cuello de Lázaro, sin protestar.
Apenas pasaron por la puerta de la habitación, escucharon pasos en el pasillo.
Karina, sobresaltada, soltó de inmediato su agarre del cuello de Lázaro y en su lugar, apoyó la mano en su espalda.
Él la depositó con cuidado en la cama.
Karina retiró la mano y notó una sensación tibia y pegajosa en la palma.
Bajó la mirada. Un manchón rojo y escandaloso le pintaba la piel.
Sus ojos se abrieron de par en par. Levantó la vista, alarmada.
—¡Lázaro, te está sangrando la espalda!

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