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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 82

El hombre arrugó el entrecejo, echando una mirada fugaz de reojo.

—¡Voltea para que te vea! —Karina no pudo evitar sonar ansiosa.

Pero él, como si no hubiera escuchado, le acercó la toallita húmeda.

—Límpiate —dijo mientras se la entregaba—. Quédate acostada, sólo voy a cambiarme la venda.

Apenas terminó de hablar, se dio la vuelta y salió de la habitación.

Vestía una camiseta negra. Si no hubiera sido por ese instante, Karina jamás habría notado que, bajo esa ropa, la herida ya se había abierto de nuevo.

El estómago se le hizo nudo.

Recordó el incendio, cuando él la protegió con su cuerpo del techo que se venía abajo, y aquel gemido ahogado de dolor.

Seguro fue en ese momento que se lastimó.

Sin embargo, él no dijo ni una palabra, y hasta la estuvo cargando varias veces como si nada le hubiera pasado.

Karina se mordió el labio, frustrada. ¿Por qué no le dio importancia a su herida?

De pronto, la puerta de la habitación se abrió de golpe.

Pensó que era Lázaro que regresaba, así que se giró con nerviosismo.

—¿Ya terminaste de curarte tan rápido?

No terminó la frase, pues al ver quién estaba en la entrada, su expresión se endureció por completo.

Eran justo las dos personas que menos quería ver en ese momento.

Valentín entró con Fátima del brazo, y en la otra mano traía una canasta de frutas. Echó un vistazo por toda la habitación.

—¿Con quién hablabas?

Al ver que Karina estaba sola, su ceño se frunció aún más.

—¿Y la persona que te está cuidando? ¿Cómo dejan que te quedes aquí sola? Eso es una irresponsabilidad.

Hablaba como si todavía tuviera algún derecho a reclamarle, como si siguiera siendo su esposo.

Karina bajó el tono, lanzándole una mirada cortante.

—No necesito que te hagas el preocupado.

Fátima se adelantó, con voz dulce:

—Karina, ¿te sientes mejor?

Agitó un termo metálico en la mano.

—Valentín me contó que te gusta el caldo de pollo negro. Yo misma preparé este con hierbas especiales, para que te repongas. ¿Por qué no lo pruebas?

Mientras hablaba, empezó a servirlo en un tazón pequeño.

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