Valentín ni siquiera volteó a ver a Belén; sus ojos, tan profundos que parecían un abismo, no se apartaron de Karina ni un segundo, y la miraba con una indiferencia cortante.
Arrugó la frente, y en su voz se notaba sin filtros el desprecio.
—¿Otra vez andas con ella? No tienes ni un poco de educación, solo te va a arrastrar por el mal camino.
A Belén le hervía la sangre, lista para lanzarse a reclamarle, pero Karina la sujetó con fuerza antes de que pudiera dar un paso.
Karina sostuvo la mirada de Valentín sin titubear, con los ojos firmes y transparentes.
—Ella es mi mejor amiga. Siempre lo ha sido y siempre lo será.
Fue justo porque Belén le aconsejó terminar con Valentín y él lo escuchó, que desde entonces la consideró una espina clavada y trató de impedir por todos los medios que siguieran viéndose.
En su vida pasada, después de casarse, Karina intentó complacerlo y poco a poco se fue alejando de Belén.
Cuando Karina se obsesionó con tener un hijo para él, Belén terminó perdiendo toda esperanza en ella.
Le dijo: “La Karina que yo conocía se murió el día que te casaste con Valentín.”
Después, cuando Belén se casó, ni siquiera la invitó a su boda.
Eso fue una herida que Karina cargó en el fondo de su corazón durante siete años.
Por eso, en esta nueva oportunidad de vivir, lo primero que hizo fue confiar en Belén sin condiciones y sin pensarlo dos veces aceptó casarse con el primo que ella le presentó.
Solo quería reparar esa amistad que tanto le había fallado en la otra vida.
Al notar cómo Karina la defendía, Valentín arqueó una ceja, burlón.
—Con razón te volviste tan hábil de la noche a la mañana… Seguro fue tu “mejor amiga” la que te enseñó a manipular.
—¡¿Qué te pasa, imbécil?! —Belén explotó y le apuntó directo en la cara—. No solo eres un patán, también tienes el criterio por los suelos. ¿De verdad crees que la que tienes al lado es una santa? Siempre se hace la sufrida, pero todos sabemos lo que trama a escondidas. ¡Por favor! Solo alguien tan ingenuo como tú confunde vidrio barato con diamantes.
La cara de Valentín se ensombreció como si una tormenta se desatara en su interior.
Miró a Karina y le soltó con un tono tajante:
—¿Ves? Esa es tu “mejor amiga”, la que solo sabe decir groserías. No me sorprende que tú también hayas dicho esas barbaridades aquel día.
Lo que Valentín llamaba “barbaridades” era el día que Karina, frente a todos, insultó a Fátima diciéndole “desgraciada”. Valentín incluso la abofeteó por eso.
Recordar ese momento hizo que la humillación y el coraje le apretaran el pecho a Karina.
Pero, de repente, soltó una carcajada.
—Yo sí sé lo valiosa que es mi amiga.


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