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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 96

La cara de la empleada palideció de inmediato. Abrazó la ropa con ambas manos y salió disparada a cambiarla en un parpadeo.

El semblante de Valentín se tornó sombrío. Entrecerró los ojos, afilando la mirada hacia Karina.

—¿De dónde sacaste al modelo? ¿No será el mismo que vimos en la entrada del hospital la otra vez? Apostaría que te salió caro, ¿no?

Belén no tardó en soltarle una respuesta igual de cortante:

—¿Ahora crees que todo el mundo es como tú, que todo se compra con dinero? Valentín, te lo advierto, será mejor que dejes de molestar a Kari. Si no, atente a las consecuencias.

La empleada regresó corriendo con la ropa ya cambiada, entregándosela a Karina con suma cortesía.

Karina la tomó sin siquiera dignar a Valentín con una sola mirada y salió del local con paso firme.

Fue entonces cuando Fátima, que se había mantenido callada, decidió intervenir:

—Karina, dime la verdad, ¿la noche del evento de caridad estuviste con el señor Boris?

Karina ni siquiera se inmutó. Siguió caminando, sin regalarle ni una mirada.

Belén, en cambio, se giró de golpe, levantó el dedo medio hacia Fátima y articuló claramente unas cuantas palabras:

—¡Robamaridos!

Luego sacó la lengua con descaro y se apresuró a alcanzar a Karina.

El rostro de Fátima se tiñó de rojo en un instante. Los ojos se le llenaron de lágrimas, reflejando una mezcla de rabia y tristeza, aunque se obligaba a guardar silencio.

Valentín la abrazó con un aire protector, susurrándole al oído:

—No le hagas caso a Belén. Esa mujer creció en el pueblo, nunca aprendió modales. Ahora ni siquiera tiene un trabajo decente, y lo único que sabe es vivir a costillas de la familia Soler. No vale la pena que te enojes por alguien así.

Fátima asintió, pero la tristeza seguía apoderándose de sus ojos.

Valentín se volvió entonces hacia la empleada, indicándole:

—Empáqueme las dos prendas anteriores.

Fátima lo miró, desconcertada.

La mirada de Valentín se oscureció, y le explicó:

—Karina siempre tuvo buen gusto para elegir ropa. Antes, toda mi ropa la escogía ella. Así nos ahorramos tiempo buscando.

Fátima apretó tanto las manos que las uñas casi le lastimaron la palma, aunque su cara seguía mostrando esa expresión comprensiva tan ensayada.

—Pero, Valentín... si usas la ropa que ella eligió y Karina llega a verte, ¿no crees que podría malinterpretar las cosas?

—Descuida —replicó él, dejando escapar una carcajada llena de arrogancia—. Son solo prendas casuales, no pasa nada. Y aunque llegara a verme, podría superar fácilmente a ese esposo suyo.

Fátima apretó los puños a un costado, forzando una sonrisa que parecía más una mueca.

Capítulo 96 1

Capítulo 96 2

Capítulo 96 3

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