Un Amor Enterrado por Secretos romance Capítulo 19

—Víctor, han pasado más de seis meses. Es momento de aceptar la realidad.

En la villa que Víctor había comprado, sus hermanos lo miraban con preocupación mientras él bebía botella tras botella.

Desde que Laura se había marchado y él descubriera la verdad sobre lo ocurrido en aquel entonces, no hacía más que ahogar sus penas en alcohol, sumido en un completo abatimiento. Ni siquiera él sabía qué estaba haciendo. Aunque estaba a punto de casarse con Sonia, su corazón no lograba dejar atrás a Laura.

Durante todo ese tiempo, sus hermanos habían intentado hacerle entrar en razón, pero Víctor no escuchaba a nadie, como si el alcohol fuese lo único que pudiera salvarlo de enfrentar la realidad.

Sus hermanos, sentados a su lado, mostraban claros signos de inquietud y suspiraban constantemente:

—Ha pasado tanto tiempo y Víctor todavía no lo supera. Nunca lo habíamos visto así.

—Aunque su plan de venganza fracasó y los rumores finalmente se calmaron, nadie en nuestro círculo sabe la verdad. Ahora que Víctor y Sonia están por casarse, esta situación es impropia de él.

—Ni siquiera cuando su empresa estuvo a punto de quebrar se comportó de esta manera. Ha pasado ya medio año, seguro que su salud está sufriendo las consecuencias.

—¿Creen que podría ser por...?

La frase quedó suspendida en el aire, incompleta, pero todos sabían perfectamente de quién hablaban, aunque nadie se atrevía a mencionar su nombre.

Bastaba con pronunciarlo para que Víctor reaccionara como si se tratara de un estímulo capaz de enloquecerlo; nadie comprendía de dónde surgía aquella ira y aquel profundo dolor.

Bajando aún más la voz, se acercaron para susurrar entre ellos:

—¿Será que Víctor todavía se siente culpable? Siempre estuvo vengándose de la persona equivocada. Enterarse de eso debió ser un duro golpe.

—Ahora que Laura ha desaparecido y ninguno de nosotros puede localizarla, él ni siquiera tiene oportunidad de disculparse.

—¿O será que Víctor realmente se enamoró de ella?

La pregunta se formuló con extrema cautela, como si temiesen ser escuchados.

Algunos negaban rotundamente esta posibilidad, mientras otros dudaban. Se trataba de Víctor; ¿cómo podría haber caído en su propia trampa sentimental?

Pero, si no era así, ¿qué otra explicación podía haber?

Mientras seguían debatiendo en voz baja, una furiosa voz femenina los interrumpió abruptamente: