Una curvy para el Alfa romance Capítulo 122

Sebastián

—Por todos los cielos... esto es realmente duro— decía Connor jadeando. Había estado un par de horas lejos de mi mate, y ya la extrañaba.

—Ella va a estar bien, ya lo verás... volveremos y tendremos más tiempo con ella— le digo a mi lobo.

—Podríamos encerrarnos con ella un par de días a solas en su cuarto…— dice mi lobo y yo me sonrío.

Connor está embobado por mi mate, al igual que yo. Pero honestamente no es una mala idea... encerrarnos en el cuarto y hacer todas las cosas que quiero con ella.

—¿En qué estás pensando?— me pregunta David de repente, sacándome de mi momento feliz.

—¿Por qué?— pregunto yo.

—Pues porque desde hace un par de días tu aura ha crecido más... y francamente creo que si no te controlas va a ser imposible estar contigo— dice mi beta y yo me quedo asombrado.

—Estaba pensando en mi mate— confieso.

—Interesante… el hecho de que estás mejor con ella ha ido aumentando tu poder. Honestamente, me muero de ganas de ver la cara de los días del Concilio cuando sientan tu poder— dice él muy contento.

—¿Escuchaste eso Connor?— le pregunto a mi lobo.

—Sí... y estoy más que dispuesto a hacer ese experimento—

Cuando llegamos al lugar de la reunión del Concilio veo que es en el restaurante donde ella trabajaba. Está ahora fuera de servicio, pero la dueña, Gaby, nos prestó el patio, que da justamente al bosque.

—Este lugar me recuerda tanto a ella que es doloroso— decía Connor triste.

Desde el momento en que entramos se puede sentir la tensión, y todos los alfas están en modo ataque. Yo disminuyo mi aura para que no sospechen nada y me coloco cerca de Xavier que se ve muy impaciente y junto a los otros alfas que son nuestros aliados.

He dejado a David para que se reúna hablar con Mariela, y convencerla de que venga con nosotros. Tatiana misma le ha escrito una carta, y yo tengo esperanza de que ella, con la llegada de su amiga, esté mucho más tranquila y feliz.

El inicio sería este pueblo… los planes serían aún peor. Yo ya creía cada vez más en que las conclusiones a las que había llegado Fabrizio eran correctas: necesitábamos a los humanos. Tatiana y yo éramos la prueba, así como también Noemí y Martín.

¿Cuántos lobos más esperaban a su mate y nunca la encontrarían? Y si los borrábamos del mundo, vendiéndolos o quién sabe qué… estaríamos cada vez más disminuidos y ellos inocentes… sufriendo. Sin duda, todo esto era solamente al principio.

—Tenemos que acabar con esto cuanto antes— me susurraba Xavier, quien estaba rojo de la furia. Yo me levanto y hablo por encima de todos desplegando mi aura poco a poco.

—¿Querrán decir utilizaba a los humanos para sus negocios sucios?— y todos me miraban espantados.

—¿A qué se refiere Alfa?— preguntaba uno de los alfas que aún no había tomado bando.

—Me refiero a que alfa Marco, con ayuda del Concilio, está manipulando a los humanos desde hace ya un tiempo a su antojo. Su único objetivo es quedarse con más territorio, tener más poder. ¿O es que acaso creen que la repartición de los territorios humanos va a ser equitativa?— digo yo y algunos me miran cayendo en cuenta de lo que digo, mientras Marco resopla.

—¡Puras mentiras!— gritan, Xavier les gruñe en respuesta mostrando los dientes.

—Lo que está diciendo es muy grave, alfa— dice uno de los hombres del Concilio intentando mantener la compostura cuando sabe exactamente que los he puesto al descubierto. Por supuesto que sé muchas más cosas, pero no es momento de hacérselos saber.