Y no podía soportarlo.
Como un completo salvaje fui directamente a su boca, deseando saborearla, apretaba su cuerpo junto al mío, mientras quité su toalla de un golpe.
—Sebastián…dejame curarte…— decía ella preocupada intentando que me calmara, pero mi boca iba a su cuello, succionando esa área donde quería marcarla y la escuchaba gemir sin poder controlarlo.
La metí en la regadera mientras abro el agua y no era consciente de que estaba tan herido, mi cuerpo ardía, pero seguía sin soltarla.
—Sebastián… ¿Sebastián? ¿Qué demonios sucedió?— me preguntaba entre besos mientras yo no podía quitarle las manos de encima. Mis manos recorrían todos esos puntos que ya yo bien conocía de sus curvas.
La veía preocupada, yo respiraba ajetreado, y la aprisionaba contra la losa del baño, como si tuviera terror de que la fueran a alejar de mí
—El Concilio nos atacó y ya somos enemigos declarados…todos los alfas aliados, huyeron mientras yo me hacía cargo de Marco y del Concilio— decía yo restregando mis caderas contra ella. La idea de tenerla con la piel húmeda, tan deliciosamente fresca a mi alcance me volvía loco.
Yo besaba sus pechos y ella gemía, su corazón latía desesperado y sentía como las manos de ellas iban acariciando mi cuerpo, pero más bien parecía simplemente querer constatar que yo no estuviera herido y que estuviera bien.
—Me encuentro bien mi mate, la pelea fue dura, pero mi poder... mi poder Tatiana se ha multiplicado. No pudieron controlarme y es todo gracias a ti…— decía yo.
Yo veía que el agua corría y salía sangre y sucio, y juro que nada me importaba. Solo que la tenía ahí, segura en mis brazos, lista para satisfacer mis más profundos deseos. Yo solo quería estar seguro de que ella estaba bien, sana y salva.
—Tú me das fuerza mi mate... y a la vez estoy completamente atado a ti. Solo puedo pensar en ti a día y noche, ¿ lo entiendes? Cómo me enloqueces... eres lo único en lo que yo pienso, la reina de mi mente y mi corazón... complacerte es mi único deseo— digo con voz ronca. Ella gime sin control, su cuerpo apretado contra mi pecho, y el calor de su piel llamándome.
—Mi Alfa... mi Alfa poderoso y perfecto... mi único hombre... mi mate verdadero— decía ella entre jadeos mientras mis dedos la poseían más, su calidez me llamaba y no pude contenerme más.
De un solo movimiento la levanté, tomando sus muslos. Ella se sujetaba mi cuello y solté un aullido de dolor y placer cuando me uní a ella.
—¡Mate!— sollozó ella mientras me movía más profundamente en ella, ella tenía la boca abierta y los ojos cerrados, extasiada.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...