Una curvy para el Alfa romance Capítulo 127

—De una vez te digo que eso no va a suceder... Tatiana es mi mate destinada y va a ser la luna de Medianoche— digo desafiante.

—¡Basta de estas tonterías! El Concilio tiene razón, y muchos alfas están de acuerdo. Los humanos tienen que acabarse y yo prefiero morir antes que ella sea luna ¡antes que ella siquiera viva en esta manada!—

—¡No está en ti decidir nada! Ya no eres el alfa. Además, yo mismo te coloco otro ultimátum: Deja los planes que tengas con las demás manadas en contra de los humanos. Sí, ya sé que has estado involucrándote... o te exiliaré. Créeme que no me temblará el pulso— le digo y él me ve con sorpresa.

—No serías capaz... —

—No lo he hecho aún porque eres mi padre y el ex Alfa... pero nos dejaré que nadie dañe esta manada, a mi madre, mi mate— digo.

—Yo haré lo que crea correcto, ya que evidentemente mi hijo no está bien... ha perdido la cabeza luego de acostarse con esa traidora…— dice con acidez y yo voy y lo tomo por el cuello de la camisa levantándolo. Yo expando mi aura, haciendo que mi madre y David mismo queden en el suelo. Veo a mi padre sufrir por mi poder. No me gusta hacer esto, pero no veo otra manera.

—¿Ves que no eres nada? Mi mate humana es la que me ha dado este poder, ¿Lo sientes?— le digo y veo como el hombre tiembla. Lo suelto y cae de rodillas.

—Pídeme perdón... pídeme disculpas por hablar mal de ella— le digo, pero él no dice nada, solo tiembla. David me decía que mi aura se sentía como si fuera un manto pesado que iba cayendo hasta ser completamente sofocante.

—¡Dilo!— grito y escucho que los demás jadean.

—Lo... siento…— murmura forzado y cuando controlo mi aura la escucho respirar sofocado.

Me siento tan poderoso que me atrevo a hacer algo que nunca pensé que fuera posible, no se puede hacer un comando de fa Alfa a otro alfa, pero no está de más intentarlo.

—Te prohíbo que hables mal de mi mate de ahora en adelante, así como insultar y atacar a mi madre— le digo y él me ve con ojos desorbitados, y creo pensar que ha funcionado. Lo dejo ahí abatido, en la sala que es un caos.

—Mamá... puedes venir a vivir conmigo, o quizás a quedarte con la abuela…—

—Yo no quiero dejarte…— dice y la abrazo.

—Debería sacar a mi padre de aquí— le digo a David mientras salimos.

—Quizás es mejor tenerlo bajo nuestra mirada, vigilarlo— dice él y yo asiento.

—David acompaña a mi mamá a mi casa— mientras yo me voy a la oficina de mi padre para ver si consigo información ahí, aprovechando que él quedó abatido.

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