Una curvy para el Alfa romance Capítulo 129

—Luces... por la diosa Tatiana. Menos mal que vamos a estar solos, porque tendría que acabar con los hombres que te miren— decía él con una voz ronca.

—¿Vendría conmigo señorita? ¿Me acompañaría un lugar especial?— y me tendía su mano.

—Contigo iría a cualquier parte... — digo y veo como sus ojos brillan.

De un solo movimiento me carga y lo veo complacido de tenerme por fin en sus manos.

—No lo podía evitar... quiero ponerte las manos encima tan desesperadamente que tengo que contenerme para terminar con esta cita... — yo me río mientras se inclina para besarme.

Yo me sujeto a su cuello mientras andamos por un sendero muy cerca del bosque. Va oscureciéndose y el atardecer se tiñe de color anaranjado. Empiezo a ver antorchas que iluminan el camino, y luego pequeñas luces brillantes en los árboles, y ya empiezo a sonreír como una niña pequeña.

—Esto es... asombroso— digo fascinada mientras veo que un claro con pequeñas flores y rodeado de árboles. Parecía haber un pícnic, con cojines, alfombras, una mesa baja con comida, bebidas, mientras un pequeño riachuelo se escucha cerca.

—Parece un pequeño paraíso... un lugar de las hadas— digo encantada mientras él me quita los zapatos y me baja.

—No se ha visto un hada en años... pero sin duda así sería donde vivirían— dice.

Él me da la comida en la boca, bailamos muy juntos y nos reimos.

Finalmente, proyecta la película la bella y la bestia en una tela, mientras yo estoy recostada de él, que me abriga con sus brazos y sentada entre sus piernas. Su chaqueta ya está en el suelo y está descalzo, los botones de su camisa desabotonados.

—¿Te gusta todo esto?— me susurra al oído y yo volteó a verlo.

—Creo que ha sido el día más feliz de toda mi vida— le digo y él suspira de felicidad.

—Entonces es el día más feliz de toda mi vida también... — responde y me da un beso dulce y suave, como yo me imaginaba que iba a ser nuestro primer beso. Comienza a acariciar mi cabello y mi espalda descubierta.

—Quería que fuera algo especial y sé que los humanos regalan algo así cuando se comprometen de por vida, aunque por lo que sé generalmente no lo cumplen. Nuestro caso no es así mi amor, yo quiero que sepas que no hay nada que me pueda separar de ti, no hay nada que tú hagas que te ame menos, ¡te amaré cada vez más! Y siempre estaré para ti. Seré lo que tú necesites y desees, fuimos creados el uno para el otro... y ha sido el regalo más hermoso de mi vida— dice el completamente emocionado.

—Tatiana… ¿Quieres ser mi luna? ¿Mi única luna... el amor de mi vida, la madre de mis hijos, el corazón de Medianoche?— pregunta con ojos esperanzados. Y por primera vez... no lo dudo. Esto es lo que quiero.

—Sí acepto…—

—Te amo Tatiana... mi Tatiana— dice él entre besos mientras mis manos van por dentro de su camisa, acariciando su pecho firme, sus costillas, bajando hacia su abdomen marcado, y subiendo de nuevo para quitarle la camisa por los hombros.

—Y yo te amo Sebastián... mi Alfa…— digo y poco a poco la temperatura va subiendo.

Ya no siento la brisa fría, sino sus manos cálidas subiendo por mis piernas, sus por mi cuello.

Yo echo la cabeza hacia atrás mientras él va bajando mi vestido y miro las estrellas. Y le agradezco a la luna, por todo lo bueno y lo malo, todo lo que finalmente me ha traído hasta aquí.