Una curvy para el Alfa romance Capítulo 134

Sebastián

Era ya la segunda vez, ¡la segunda vez! El enemigo había intentado tomar a mi mate en la frontera de mi propia manada, y ahora había cruzado el borde. El enemigo estaba adentro, palpitando y esperando. Habían llegado a la propia puerta de su casa.

Quizás hasta sabrían que yo estaba por volver y me esperaban ¿cómo era posible? Pensaba caminando a un lado a otro.

—Uno de nuestros propios guerreros…— decía bufando mientras veía que mis guerreros que temblaban.

Los miraba a todos, hombres y mujeres con los que yo había entrenado, había crecido, les había confiado mi vida y la de la manada.

Sentía que ya no estaba seguro, y ahora preferiría quedar como loco paranoico antes que dejar que la vida de ella corriera riesgo una vez más.

—Váyanse todos... solo quédense David y Noemí— digo.

Tenía que comenzar por la gente en la que yo realmente confiaba. Ellos eran las dos personas que habían estado más cerca de mi Luna.

Noemí está extremadamente nerviosa, la voz le tiembla y parece a punto de explotar.

—Verán, hay algo que no me cuadra en lo absoluto... ¿Para qué un hombre lobo llevaría a un atentado un arma?— preguntó y ambos me miran sorprendidos.

—Quizás querría hacer un ataque limpio, quizás a larga distancia…— dice David.

—Puede ser... pero no sería algo propio de un hombre lobo, nosotros… atacamos con nuestras propias manos y garras. En realidad sería algo de un humano…— digo y Noemí me mira con los ojos bien abiertos. Hay algo aquí, lo sé y ella quiere decírmelo, simplemente no sabe cómo.

—¿Tú sabes por qué es verdad?— preguntó y ella se ve conflictuada.

—Alfa... solo deme un momento para explicar… —

—¿Es tu humano verdad? Tu mate, Martín…—

—Alfa por favor... — dice ella y ya está de rodillas.

—¡Trae al muchacho David!— digo y ella está completamente angustiada. Aparece David trayendo a Martín del brazo quien está pálido como papel.

—¡Mate!— grita ella para ir a buscarlo y yo la sostengo.

—Así es, aparecieron de nuevo estos hombres y me dijeron que tenía que agregar algo en la bebida de ustedes, poco a poco. Al inicio lo hice, para mí eran unos invasores y todos esos Alfa habían tratado mal a las meseras…— dice el nervioso y yo rujo.

—¿Nos estuviste drogando?— pregunta David sobresaltado.

La verdad es que fue bastante espantosa la situación ahí y recuerdo como varios fueron groseros con Tatiana. Yo aprieto mis puños, pero no digo nada, sino que sigo escuchando el muchacho.

—Si… al inicio. Luego vi que la gente estaba desapareciendo, empecé a investigar, y supe que todo estaba relacionado. Dejé de agregar cosas en las bebidas. Sin embargo, escuchaba un nombre que se repetía muchas veces, cada vez más: Tatiana, Tatiana— dice y yo bramo. Odio tener que saber que todo esto ocurre a mis espaldas.

—Por eso fuiste tras ella, esa vez que nos encontramos, ¿qué querías con ella?— pregunto y estoy loco de los celos.

—¡Juro que solo me preocupaba a ella! Siempre fue una excelente amiga y algo dentro de mí me decía que tenía que protegerla…— dice él temblando.

—Alfa... seguramente él sentía muy dentro de que ella era alguien especial, su Luna— dice David calmándome.

—Luego conocí a Noemí… mi verdadero amor. ¡Fui tan feliz! Y con lo que ella me contaba entendí lo que sucedía y que ellos eran los enemigos— explica.