—¿Por qué no dijiste nada? ¿Sabes lo que sucede cuando escondes algo a tu Alfa? ¡Muchos guerreros pudieron haber muerto!— pregunto y Noemí llora más.
—¡Ella no tiene la culpa! Yo… se lo escondí por miedo. Hasta… que no pude más…—
—¡Juro que actué inmediatamente cuando lo supe! ¡Mi mate no sabe de nuestras costumbres Alfa! ¡Él pensó que hacía lo correcto!— grita ella desesperada.
—Es cierto, Alfa, ellos me llamaron inmediatamente... Martín dijo que había escuchado algo— dice David.
—Jorge te habló ¿No es cierto? ¿Te pidió que atacaras a Tatiana?— pregunto y el humano asiente.
—Sí. Pero jamás le haría daño a ella… le conté a mi mate lo que ellos me pedían— dice él angustiado.
—¿Tuviste algo que ver con el ataque en la frontera?— pregunto ahora acercándome a él y Noemí chilla.
—¡No, no! Solo me contactó Jorge esa vez, seguramente se enteró de que yo estaba aquí y Marcó le diría que yo podría ser útil. Creerían que yo era un espía latente, alguien a quien usar. Pero no sé nada de otros ataques, solo sé que una vez vi a Jorge hablando con el señor Beta... —
—Mi padre, ya lo he visto un par de veces— dice David tapándose la cara.
—Creemos que querían que Martín atentara contra Tatiana y así empeorar la imagen de los humanos. Sin contar que pensáramos que él era el espía, y así Jorge y los otros quedaban limpios— dice Noemí.
Yo me quedo dando vueltas mientras todos me miran expectantes. Francamente, no sé qué hacer. Al menos tenemos un pedazo de información, pero me carcome por dentro saber que él era un enemigo.
—No puedo dejar pasar esto así como así, lo que le echabas a las bebidas era wolfsbane y nos debilitaba, mantuviste secretos dentro de mi propia manada, son cosas que no puedo perdonar. Otro alfa te hubiese matado aquí mismo ¡En cualquier otra manada! El mismo rey de los lobos te hubiese despellejado vivo…— digo recordando las historias escalofriantes de hombres lobos más salvajes.
—Lo sé Alfa, ahora lo entiendo, solo le pido que deje a Noemí fuera de esto— dice el muchacho y le tengo que conceder que al menos es valiente.
—¡No! ¡No por favor! ¡Es mi culpa! Yo debía explicarle las leyes de la manada, ¡se lo suplico Alfa! Castígueme a mí…— dice ella y yo miro a David.
Mi Beta suelta al muchacho quien corre hacia su mate y se abrazan llorando. Por un momento puedo sentir su propia desesperación.
—Creo que Martín podría ser de mucha utilidad …— digo de repente y David asiente.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...