Una curvy para el Alfa romance Capítulo 146

Tatiana

Yo sentía que me moría por dentro, el dolor que experimentaba era atroz, mi pecho estaba sofocado, mi cuerpo temblaba.

Era desolación, temor, desesperación y un dolor angustiante.

La escena parecía sacada de una película de terror, o para ser más exactos, parecían haber utilizado mis peores pesadillas, mis peores miedos, e hicieran un show. Esos temores y miedos sobre los que evitaba pensar en las noches.

Todas esas emociones negativas conquistando cada célula, intoxicándome como un cáncer. Y de repente sentí que me desplomaba, mi cabeza golpeaba la ventana y salía un grito de dolor muy dentro de mí, con todo y mordaza.

Y cuando volteé, ahí estaba Sebastián mirándome, consciente de que yo estaba ahí, que había sido testigo de esta perversa presentación.

—Tatiana, ¡NO!— se acercaba al vidrio de la ventana y me veía.

—¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha traído aquí?— luce angustiado y escuchaba su voz baja, por el vidrio que nos dividía.

—¡Mi amor! ¡Ven aquí!— escuchaba a Catalina.

—Tatiana…¡Todo esto es un plan de ellos! ¡Un montaje planeado! Por favor mi amor tienes que salir de aquí…— dice con la voz entrecortada. Jamás lo había visto así.

—¡Sebastián! ¡Vuelve!— grita Catalina y él se voltea y da un bramido que hace temblar la habitación.

—¡La humana!—

Sebastián parece poseído, furioso y desesperado, y me sorprendo terriblemente cuando él comienza a golpear el vidrio con sus puños, de forma agobiada y atormentada.

—Yo jamás tendría otra mujer, ¡Lo sabes! ¡Te amo Tatiana!— me dice golpeando la ventana.

¿Pero cómo negar lo que han visto mis ojos? Lo que yo misma he experimentado.

—¡Eres mi mate! ¡Te he marcado! No he amado a otra que a ti…— dice con cada golpe, como si con cada palabra tomara más fuerza.

Se escuchan pasos afuera, también dentro de la casa. Sin duda esto no es tan sencillo como parece, aquí hay algo que no es normal. Pero una cosa es pensar eso y otra cosa es decírselo a mi pobre corazón.

—¡Cúbrete, Tatiana!— grita él y yo me agacho como puedo. De repente suena un estruendo y el vidrio cae a un costado.

Él sale y cuando lo veo tiene pequeños vidrios en los brazos, y en sus manos, como si en su intento por salir, hubiese hecho todo para que no me cayera el vidrio a mí. Grandes pedazos de la ventana están en el suelo.

Capítulo 0146 1

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