Sebastián
—Se siente algo diferente…— me dice mi lobo mientras corremos. Connor había empezado a despertarse, pero todavía estaba débil como para poder transformarme, y eso que él me lo pedía.
—¿Qué es?— le preguntaba, pero él se quedaba callado. Todo era tan extraño que ya nada me sorprendía. Había logrado liberarme y tenía a mis hombres a mi lado, pero la batalla continuaba y estábamos en desventaja, al menos por ahora.
La manda era un caos y la pelea era cruda. Lobos contra lobos peleaban, veía a mis guerreros darlo todo, y a Marina defenderse y atacar con fuerza, con un b**e o con lo que tuviera.
—¡Persigan a Marco! ¡Cuidado con las balas!— gritaba, mientras atacaba a lobos y guardias.
Lo que había comenzado como una ceremonia se había transformado en un campo de guerra que olía sangre y muerte. No sé donde estaba Janet y tampoco a Catalina, aunque ambas se habían buscado este desastre.
—¡A los hombres armados! ¡Ahí!— le gritaba yo a Marina mientras veía a hombres saliendo la casa de la manada con armas mucho más potentes, eran como metralletas que disparaban muchas más balas por minuto. ¡Por todos los cielos! Marco no había escatimado gastos en armamento.
Todos entraban en alerta, yo no era hombre de armas, ningún lobo lo era, pero tenía que proteger a mis hombres, tomaba armas de guerreros caídos y comenzaba a disparar.
Ahora había balas por todos lados, y cuando podía iba cuerpo a cuerpo, tomaba sus cabezas y las golpeaba contra el piso, por fin hacía otra cosa que esperar como un tonto.
—¡Necesitamos más guerreros!— decía yo esquivando las balas.
—Hay guerreros en las mazmorras, algunos han huido, Marco ha aprisionado a varios…— me dice Marina mientras sorteamos la batalla.
—Entonces a las mazmorras, ¡vengan todos! ¡Liberemos a nuestros compañeros!— gritaba yo.
Algunos remataban a los hombres enmascarados y la mayoría habían muerto, confiaban demasiado en sus armas. Algo me decía que esto no era todo y que vendrían más, Marco tenía aliados, y eso era lo que temía
Marco, el concilio, más alfas. Y nosotros aquí solos. Albert era una pieza importante con la que había acabado, Marco confiaba en su padre y él ya no estaba, pero aún quedaban muchas más.
Sentía que esta batalla era mucho más de lo que imaginaba, que aún faltaban cosas por pasar y esa idea me hacía temblar.
—¡Atentos! ¡Protéjanse!— decía yo mientras junto con Marina encabezaba el ataque a las mazmorras.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...