Una curvy para el Alfa romance Capítulo 175

—Si Marco cae, todo caerá, tenemos que buscarlo y a la vez tratar de que las personas de la manada estén lo más segura posible, que huyan, que se pongan a salvo y también cuidar a los heridos— digo. Veo que todos están nerviosos, pero también dispuestos a lo que sea.

—Necesitamos saber dónde está su sede principal, donde posiblemente estén ellos en este momento…—

—Todas las órdenes venían de la casa de la manada, es probable que hayan tomado todos los espacios— me decía una de las guerreras.

—Allí iremos ¿Alguien ha visto a mi beta?— recordaba como habia caído ayudándome… me partía el corazón.

—Creemos que estaba herido, Marco se lo llevó, supongo que para manipular más—

Había tantas personas que me preocupaban, pero la prioridad era acabar con Marco para que no llegara mi mate.

Cuando llegamos a la casa de la manada vemos que hay gente huyendo.

—¡Vengan por aquí!— les digo y veo que son omegas y personas que trabajaban en la casa. Pobre gente.

—¡Alfa! ¡Gracias a la luna!— me decían temblando.

—Los del concilio… quedan algunos. El resto huyeron hace pocos minutos. Teníamos miedo de que seríamos tomados como esclavos…— me decía una muchacha y yo le tomaba la mano.

—Eso no sucederá, Medianoche será recuperada, vayan en grupo a las mazmorras, cuiden a los heridos y ayuden a cuantos puedan…y luego, huyan al bosque—les decía y los veía salir corriendo, parte de mis guerreros los protegían.

Mi casa… era un desastre, este era el centro de la manada y era un caos, todo lo que conocía estaba destruido ¡Me las pagarán!

—Hay gente arriba…— me decía Víctor el rogue con sigilo.

—En su oficina alfa…— me dice Marina y no lo puedo creer. ¿Es en serio? ¿Qué se han creído?

Me asomaba y ahí estaban revisando mi oficina varios hombres del concilio, ¿por qué se habrán quedado? ¿Me están robando?

Le hacía señas a mis hombres para que actuaran rápido y sin hacer mucho ruido. Y actuamos. Varios se le fueron encima, rasgando directamente sus cuellos mientras yo disparé sin pensarlo dos veces. Los hombres caían de espalda y escuchaba gritos de dolor.