Una curvy para el Alfa romance Capítulo 176

Tatiana

Me costó entender qué había sucedido y la cabeza me daba vueltas.

Sentía mi corazón ajetreado y salí como pude del auto, cuando vi hacia atrás no encontré a Martín, ni tampoco veía a Henry o a Noemí. Parecía que nos había atropellado un ciclón y el auto había dado muchas vueltas. No sabía a dónde habíamos parado.

Pensé en huir, gritar, pedir ayuda, pero algo me decía que el enemigo estaba cerca, sea lo que sea que nos haya chocado, estaba ahí… y realmente fue así. Y tuve la confirmación, cuando escuché un crujido que se aproximaban en la oscuridad.

Brillaban unos ojos rojos… y supe que eran lobos. Cuando pude verlos con la luz de la luna me di cuenta de que eran rogues, peor no eran nada como Joana y su gente, ni a los que yo me había enfrentado antes. .

Parecían más que salvajes, eran flacos, desgarbados, el pelaje sucio y con espacios sin pelos. Eran aterradores. Parecían poseídos, me enseñaron sus dientes y gruñían, como si yo fuese una carnada prometida que ellos sin duda iban a tomar.

— ¡Aléjense!— decía yo tartamudeando y me arrastraba como podía con mis manos, alejándome de ellos.

Estos lobos parecían haber pasado lo peor, eran varios y por las heridas que veía en sus cabezas y en sus patas ellos habían provocado ese accidente. Nos había chocado y mandando a para muy lejos.

Sus gruñidos hacían que se me helara la sangre. Estoy aterrada mientras ellos dan varios pasos hacia adelante sin quitarme la mirada encima y yo intento pararme.

Ellos gruñen y parece que se prepararán para atacarme, uno muerde mi pantalón mientras yo grito con terror, cuando yo misma intento patearlos. Entre varios me arrastra por la pierna mientras yo grito como loca.

Encuentro una piedra y golpeo a varios como pueden, cuando mi mano choca con un collar extraño que tienen los animales en sus cuellos, parece realmente dolorosa. Ellos me sigue arrastrando como pueden, no intentan matarme, sino llevarme a otro lado.

—¡Déjenme! ¡Déjenme en paz!— grito y escuchamos una gran explosión, y todos salimos disparados por los aires.

Estoy acostada, boca abajo, contra el suelo, y veo lo que queda del auto, en llamas. Ha explotado lanzando a los rogues lejos de mí.

Escucho pasos y tengo esperanza de que sea Noemí y Henry cuando me encuentro con una figura que se acerca en la oscuridad y una voz que transmite el más profundo desprecio.

No puede ser…

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