Una curvy para el Alfa romance Capítulo 184

Sebastián

Era una catástrofe.

Veíamos la casa de mis padres totalmente hecha pedazos y aun el fuego se mantenía vivo alzándose al cielo, nos quedábamos jadeando en el pasto, sin poder creer lo que había sucedido.

—No sé si el Alfa haya entendido sus errores, pero a último momento… estuvo de tu lado— me decía Marina.

Parte de mí tenía el corazón roto, era mi padre, mi ejemplo a seguir, aun cuando había cometidos tantas faltas en la manada y nos había traído a esto, a tanto dolor.

Pero de los demás también se aprende a cómo no ser. Y si el destino estaba de mi lado y salía de esto… sabía el tipo de Alfa que quería ser.

Catalina se había salido con las suya y con ella Marco. Para mí no había la más mínima duda de que eran capaces de todo.

—Y más aún el Alfa nos dio un secreto, debía estar extremadamente bien guardado: Paola. Yo pensaba que cuando matamos al del Concilio y nos dijo que y nos dijo que Marco quería tener dos mates, imaginaba que se refería a Janet y a Tatiana, no que realmente él tendría otra mate— digo yo mientras ya nos levantábamos, no teníamos tiempo ni para llorar a nuestros muertos.

—Una mate verdadera…— decía Noemí.

—Marco dijo que no quería sentirse atado al destino que le diera la diosa luna… pero supongo que tampoco pudo rechazarla ¡A mí me dijo que nunca la había encontrado!— gritaba yo.

—Quizás ese hombre del Concilio estaba en la oficina por esa razón, realmente no tenía lógica que estuviera en tu oficina, pudiendo haber huido. Quizás la estaba protegiendo, escondiéndola. Ellos saben que si sabemos de esa mate… Marco tendría una debilidad— decía Martín y tenía razón, todos nos mirábamos sorprendidos.

—Ya avisé a los guerreros que busquen— decía Henry y enviaba el alerta a todos.

—Alfa, tenemos que estar preparados, ellos no están jugando, realmente están preparados para lo peor y nosotros no podemos volver a caer en sus trampas— decía Marina y aunque aún yo estaba totalmente abatido por la necesidad de mi mate… sabía que tenían razón. Tenía que proteger a mi manada, pero a la vez no podía dejarla a ella.

Nadie me entendía, nadie podría imaginar el dolor que yo estoy sintiendo. Y sentíamos que nuestras esperanzas renacían cuando veíamos un grupo correr a nosotros y era Xavier junto a otros alfas.

—Ayudar mi hijo… ¡Una Luna no abandona a su gente cuando más la necesita!— dice yo la abrazo y suspiro.

—Mamá… papá…— le digo y ella asiente.

—Lo sé… lo sentí en el vínculo. Se ha ido… pero él se lo buscó— dice y yo me quedo consolándola. Pero es ella quien me consuela a mí.

—Mi hijo…tu mate estará bien, ella es fuerte, mucho más de lo que crees— dice ella y en instantes se ponía manos a la obra, organizando y ayudando a todos.

—Mate nos necesita y haremos lo que tengamos que hacer por ella— me dice Connor y yo trabajo, y me esfuerzo, pero sigo con el corazón en pedazos.

—Tenemos que atacar, pero también ser prevenidos, hay vampiros desbocados, rogues extremadamente salvajes que responden a Marco, guerreros y también de otras manadas... necesitamos a todos los lobos, hombres y mujeres que puedan pelear— decía yo en voz alta mientras sentía que recuperaba el poder de comunicarme con mi manada, y al instante mi fuerza de Alfa mientras iban acercándose gente, atendiendo mi llamado.