Una curvy para el Alfa romance Capítulo 192

Sebastián

Fabrizio y sus amigos nos habían dado fuerzas y nuestros enemigos se fueron replegando. Yo iba a pelear con Xavier, se necesitaba un alfa para combatir a otro, y me fui hasta donde se concentraba lo que parecía ser la última etapa de esta batalla.

—Ningún Alfa se siente orgulloso de acabar con una manada, ¡mucho menos dejar a una sin un líder...! Pero juro que si no sé retiran... no tendré problemas en acabar uno a uno— decía mi amigo y cuando me coloqué al lado de él yo sabía que éramos imparables.

—Alfa Sebastián... el creador de toda esta locura, es culpable de que lobos contra lobos hayan peleado luego de tantos años…— me decía un Alfa inmenso que se acercaba a mí pensando que por su tamaño me iba a ganarme fácilmente.

—¿Yo soy el culpable? Marcos ha traído también vampiros y ha corrompido el Concilio y a rogues…¡Ha matado y esclavizado a tantos!— digo yo y ellos gruñen.

—¡Tú te has involucrado con una humana! ¡Ese es peor crimen que todos! Yo preferiría cualquier cosa antes de acostarme con una de ellas. Preferiría buscar una mate elegida, ¡preferiría rechazar los designios de la diosa luna!—decía otro Alfa joven. Lo conocía bien, siempre estaba al lado de Marco

—Pablo de la manada Luna de Sangre... no tienes la menor idea de lo que dices ¡Una mate es algo sagrado! ¿Cómo te atreves a decir una blasfemia así?— decía Xavier gruñendo.

—¡La diosa no permitiría que tengamos mates débiles! ¡Prefiero matarla primero antes de que me arruine! Y si tú tuvieras una mate humana y cualquier alfa se enterara… la mataríamos también… antes de que siquiera pudieras tocarla. Una perra humana…— dice Pablo y ahí Xavier perdía el control.

—¡Morirás solo por decir eso…!— decía Xavier y se le iba encima.

—Pablo tiene razón... no queremos tener mates débiles... queremos tener las que queramos y cuántos queramos. Marcos nos ha prometido mucho, ya nos ha hecho ricos y poderosos— me decía un Alfa gruñendo.

—Son unos alfas perdidos en su propia ambición… no merecen liderar sus manadas…— digo perplejo.

—Seremos libres del Concilio, y de las estúpidas leyes de los lobos... tendremos lo que queramos cuando lo queramos, ¡ni el rey se pondrán a ello!— gritaba a otro.

—Yo no dejaré que nada de eso ocurra...— decía y se me venían encima.

Connor gruñía y de un zarpazo le arrancaba la cabeza a uno. A otro empujaba contra un árbol y caía rompiendo el tronco en dos pedazos. Mordía cuellos y desgarraba pelajes, tomaba uno por la pata y le daba vueltas golpeando al resto. En poco tiempo tenía un círculo alrededor mío donde nadie intentaba acercarse.

Lo sentían, el poder puro que se emanaba de mi aura de Alfa. El poder de un Alfa con una mate destinada, pero una más especial que el resto. Los veía a mi alrededor, jadeando, heridos y llenos de sangre.

Los que sobrevivieron, sabían que no iban a poder conmigo individualmente, así que, no me sorprendió cuando los vi correr todos al mismo tiempo hacia mí. Intentaban hacerme caer todos juntos y cuando ya estaban cerca, aferré mis garras al suelo y utilicé mi aura de Alfa para repelerlos.