Una curvy para el Alfa romance Capítulo 196

Sebastián

Me había atrevido a hablar, y a decir mis sentimientos, como nunca había hecho. A Los alfa no se nos enseñaba a hablar con nuestro corazón, eran cosas de tontos. Mi padre jamás lo había hecho, pero el mundo estaba cambiando y supongo que yo también.

Sin duda tenía que haberlo hecho antes, tenía que haber dicho hace mucho tiempo que ella era mía, reconocerla como mía en frente de todos, y sobre todo darle su puesto en esta manada. Decirle que la amaba frente a todos, era liberador.

La expresión que tenía Tatiana lo valía todo, solo por eso aguantaría todo lo que he sufrido desde que comenzó esta batalla, y más. Vi amor en sus ojos hermosos, y aceptación, y me atrevería a decir que también vi perdón. No podía pedir más en esta vida

Pero de repente el aire entre nosotros cambiaba, el bosque se sentía poderoso, los lobos salvajes que protegían a mi mate aullaron y fueron los primeros en inclinarse entre ella.

—¡Pero cuanta tontería por una humana! ¡Nunca había escuchado tal estupidez! ¿Quién puede creer en un alfa que diga estas barbaridades? ¡Estás muerto Sebastián! ¡Muerto!— gritaba Marco feliz, hasta que él también lo sintió.

Los lobos presentes se quedaban abismados, pero ellos mismos tuvieron que ceder ante la presión y también se arrodillaron, algunos ni siquiera se atrevían a mirarla.

Grupos de hombres y mujeres se rindieron ante el poder que ella emanaba, había sorpresa, confusión y no pudieron hacer otra cosa que mostrar respeto, a su poder, a lo que ella ni siquiera era consciente de tener. La tierra, mi manada, nuestro territorio, la reclamaba, diciendo que ella era nuestra Luna.

—¿Qué demonios…?— preguntaba Marco descontrolado, mirando para todos lados como si estuviese viviendo su peor pesadilla.

Medianoche ya estaba de rodillas en pose de total sumisión, los rogues también, los alfas que sobrevivieron bajaban la cabeza y se inclinaba, y los humanos hacían reverencias, todos en silencio. Jamás había visto algo así, jamás pudo haber imaginado que algo de esta magnitud sucedía.

—¿Qué demonios hacen? ¡Levántense! ¡Yo soy su Alfa! ¡Su Alfa supremo! ¡El alfa poderoso de su manada! ¡Al único el que tienen que arrodillarse! ¡Levántense desgraciados!— vociferaba Marco a sus guerreros completamente fuera de sí.

Inclusive hasta el hombre barbudo y su gente, que le reclamaban dinero a Marco, se rendían ante ella, los hombres que quedaban del concilio y hasta Catalina. Las armas caían, las amenazas, todo. Éramos lobos, rogues y humanos alrededor, en completa reverencia.

Escuchaba que el bosque suspiraba, como si lo que sucediera era absolutamente correcto, como si hubiesen esperado por mucho tiempo la llegada de ella: La Nueva luna.

—Mi única, maravillosa y perfecta Luna. La Luna de lobos y humanos— dije mientras una lágrima se me escapaba y la veía a ella completamente asombrada.

¿Cómo no asombrarme ante ella? Quería que todo el mundo hiciera lo mismo ¡Yo podría hacerlo eternamente! Reverenciarla, amarla, reconocer todo su poder y belleza.

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