Marco había perdido su gran ventaja, y peor aún la confianza de todos los lobos, y él lo sabía. Lo tenían totalmente rodeado los lobos salvajes, completamente sometido, algunos mordían sus brazos y otros sus piernas, estaba en mis manos.
—¡No se dejen engañar! ¡Es una humana, la peor de su clase! ¡Son unos imbéciles! ¡Débiles! ¡Peleen m*****a sea!— gritaba Marco desaforado, mientras los animales arañaban y mordían
De repente el círculo se hacía cada vez más y más pequeño, hombres y lobos, rogues y guerreros daban pasos al frente uno tras otro, como si fuera una pared, un gran muro de contención. Estaba acabado, y yo iba determinado a matarlo.
—Un lobo que le quita una mate a otro... no tiene perdón. Pagarás por este y todos tus crímenes Marco Razzio. Tendrás justicia directamente de mi mano— decía yo entre dientes completamente furioso.
—¿Cómo te atreves? ¡No eres nadie! ¡Mis guerreros, demuestren quienes somos! ¡Guerreros respondan ante su Alfa!— gritaba él, cuando ya lo tomaba por el cuello y lo lanzaba contra el suelo.
—Marco ¡No!— gritaba Catalina y escuché que otros la apresaban.
—Tú… secuestraste a mi mate, me atacaste, colocaste al concilio en contra de todos… te burlaste de mi mate— digo y lo pateaba en el suelo.
—Tú y tu padre nos hicieron creer que los humanos eran nuestros enemigos, hiciste creer que mi mate era una traidora. A tu padre le di una muerte muy rápida, en cambio, tú mereces una muerte extremadamente lenta y dolorosa— decía yo y le daba una patada en su cara directamente y veía como la sangre salía de su boca. Él se quedaba escupiendo sangre y me miró con los ojos rojos.
—Tú y tu tonta manada eran unas débiles que creían cualquier cosa de lo que decíamos, pobres diablos…— decía él y los gruñidos a mi alrededor se escuchaban como un zumbido, y cuando pisoteé su rodilla escuchando como crujía, su grito se elevó por encima de todo.
—Engañaste también a rogues, ¡a tu propia gente! Mantuviste cautivos a mates humanos, ¡usaste a humanos y también a lobos en tus sucios negocios de ventas! ¡Esclavizándolos, como si fueran objetos!— Yo tomo su mano y aplasto sus dedos, y luego la otra y lo escucho llorar. Ya no habla ni responde, sabe que su final está cerca.
—Nos engañaste, manipulaste, mentiste. Intentaste que estuviera con tu hermana, acosaste a mi mate, mandaste a matar a mi padre, Medianoche no te perdonará en nombre de todos los lobos y humanos— le digo mientras él no se puede ni parar del dolor, y yo lo levanto y lo tiro contra el suelo mientras sus huesos crujen.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...