Una curvy para el Alfa romance Capítulo 20

Sebastián

Yo suponía que este imbécil no la merecía, pero había demostrado ser peor de lo que imaginaba. Ese bastardo le había dicho las palabras más horribles y yo sabía que la había herido. Un hombre no debería expresarse así de una mujer que le ha brindado su tiempo y cariño.

—¡David llama a la policía!— inmediatamente le hablaba yo a mi Beta a través de nuestro enlace mental de la manada y sabía que sin duda alguna Connor no se iba a quedar tranquilo, ya sus garras se anclaban en el suelo buscando impulsarse para saltar y atacar.

—¡Voy en camino!— decía mi beta en mi mente mientras yo me acercaba más a la casa. Había escuchado todo desde una distancia prudencial, pero ya no podía contenerme.

Veía que el tal Andrés iba a arremeter contra ella y mi mate se defendía, y en pocos segundos ya yo estaba sobre él con la boca abierta.

—¡Qué demonios!— gritaba el estúpido humano sorprendido mientras yo mordía su ropa y sus manos, y él intentaba, tontamente, contenerme. Hombre ridículo, ¿realmente cree que podría con un lobo como yo?

—¡Connor no podemos matarlo, nos traería demasiados problemas, y a ella también!— le decía yo intentando contener a mi lobo mientras veía qué ganas no le faltaban de ir directamente a su cuello y rompérselo en segundos.

—No lo haré... no merece morir de forma tan rápida esta basura— decía mi lobo y yo simplemente rezaba porque David pudiera llegar a tiempo.

—¡Auxilio, Auxilio!— gritaba el hombre mientras Connor rompía su camisa y chaqueta como si no fuera nada, las manos del hombre sangraban y ahora él iba su pierna mientras Andrés intentaba salir gateando del porche de la casa. Tatiana miraba todo tapándose la boca con las manos, pero no hacía ningún intento de detenerme ni de ayudar al hombre.

—¡Maldita bestia! ¡Perro salvaje!—

—¿Perro? Ahora si lo voy a matar…— decía Connor mientras Andrés le daba una patada directamente en el hocico y ahora la escuchaba a ella conteniendo un grito.

—¡Ni se te ocurra golpear al lobo! ¡Maldito!— decía ella y ahora le daba golpes al humano con lo primero que encontró, lo que parecía ser un tronco para la leña y yo me sentí muy orgulloso de ella.

Y así nos encontró la policía en su momento: yo mordiendo el tobillo del hombre que sangraba mientras él gritaba adolorido, y ella dándole en la cabeza y la espalda, mientras gritaba insultos.

—¡Patán, desgraciado, cobarde! ¿Cómo se te ocurre maltratar al lobito?— gritaba ella.

—¡Por todos los cielos! ¿Qué sucede aquí?— aparecieron dos oficiales de policía con linterna y yo podía oler que mi beta estaba un poco más lejos, quedándose en las sombras.

—¡Tati! ¿Estás bien?— Preguntaba uno de los oficiales al reconocerla a ella y al ver la sangre y un lobo gigante en su porche de entrada.

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