Una curvy para el Alfa romance Capítulo 23

—¿Qué sucede?— pregunto y él se detiene como si esperara a que yo me acercara, como si me llevara a algún lado.

—¿Quieres que te siga?— y veo que así parece ser.

Él va caminando delante de mí mientras yo lo sigo y veo que la luz está entrando por los árboles y que vamos caminando hacia el bosque.

—¿Vamos al bosque? ¿Quieres que te siga ahí de verdad?— pregunto y él se detiene a verme.

No sé si estoy más loca por hablar con un lobo salvaje o por entrar al bosque. Linda siempre me decía que tenía que tener cuidado, que en el bosque hay peligros… y cosas sobrenaturales. Y después de lo que sucedió con la manada y los rouges… nunca más volví.

Aunque me doy cuenta de que en realidad... no tengo miedo y que si antes tenía alguna duda de entrar al bosque, con él me siento segura.

Yo escucho con los sonidos del bosque, cómo se va despertando, cómo los pájaros cantan y revolotean, y todo se siente tan bien que yo pareciera que estoy en un sueño. Veo mis pies pisando la tierra, y el viento frío de la mañana.

Hasta que llegamos a un pequeño claro, un espacio prácticamente en círculos donde los árboles nos rodean, y es realmente fantástico. Y mientras estoy observando todo, no me doy cuenta de que él ha desaparecido.

—¿Lobito?— pregunto con voz temblorosa, ahora con miedo de nuevo de que me haya dejado aquí sola. Solo me sentía segura porque estaba él.

Cuando veo que alguien sale de detrás de un árbol... pero no es Lobito sino alguien más... alguien que realmente yo no esperaba ver aquí. Y siento que mi corazón prácticamente se detiene.

—¿Sebastián?— el Alfa de mi ex manada está descalzo y tiene un pantalón deportivo con una camiseta. No tiene su usual actitud de hombre importante y poderoso, sino que más bien tiene una mirada suplicante.

—¿Qué haces aquí...? Yo... — digo prácticamente tartamudeando y caigo en cuenta.

¡Pero qué tonta he sido! Por supuesto que lobito no era un lobo común... era un hombre lobo. Era él. Tenía que haberlo visto, era grande y demasiado hábil. ¿Cómo pude ser tan ingenua?

—Tú eres lobito ¿no es cierto?— pregunto yo temblando mientras él se acerca poco a poco, como si tuviera miedo de que yo me asustara.

Bueno, bastante asustada ya estoy, mis manos y mis labios tiemblan, y mientras niego con la cabeza de forma frenética empiezo a darme cuenta de todo lo que ha sucedido.

Yo pensé que él se había ido, pero en realidad, había estado ahí conmigo de una manera u otra, aun cuando yo le había dicho que se fuera.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa