Una curvy para el Alfa romance Capítulo 28

Tatiana

Había tomado la decisión correcta, lo sabía y estaba convencida.

Yo sabía que esto no iba a terminar bien, especialmente para mí. Ni siquiera en el mundo sobrenatural, la chica simple y sin ninguna habilidad logra conseguirse el hombre deseado, el mejor prospecto, el más maravilloso. Eso era simplemente ilusiones tontas. Y yo ya no estaba para esas cosas.

Mi corazón había sufrido demasiado y no merecía estar pasando tantas calamidades de nuevo. Yo tenía que protegerme a mí misma, así como había protegido a los demás tanto tiempo. Si no me cuidaba yo, ¿quién demonios lo iba a hacer por mí? La respuesta es: nadie, absolutamente nadie.

Y, sin embargo, aun cuando sabía que todo esto anteriormente indicado era correcto... ¿Entonces por qué me sentía tan mal? Técnicamente, no me había rechazado, aunque… yo estaba segura de que en su interior tenía toda la intención de hacerlo de una manera u otra.

Porque esconder a alguien y no aceptarlo, y esperar que el otro sea algo que no es... también es una forma de rechazo, aunque no se usarán las palabras tan claras y específicas como las que usaban los hombres lobos al rechazar.

Iba a ser un infierno y yo la iba a pasar mal, estaba segura de eso. Yo era humana, y con todo y eso sabía que iba a sufrir terriblemente.

Pero alguna vez leí que cuando tomas una decisión y eliges algo... significa perder, pues siempre hay otras opciones que estás dejando de lado y a las que no le estás dando oportunidad y también te estás perdiendo l de conocerlas. Y eso precisamente en este caso yo lo sentía.

¿Qué pasaría si...?

¿Qué hubiese pasado si yo hubieses actuado de forma diferente, si hubiese tomado otra decisión?

¿Qué sucedería así...?

Eran de las peores preguntas que pudieran existir en cualquier idioma, puesto que implican pensar en un pasado que no existió, en una posibilidad que no llegó a nada, pero que, sin embargo, nos atormenta.

Y esa parte de mí, que se había emocionado con ser la mate de Sebastián, se hacía mucho de estas preguntas imposibles. Esa parte de mí se preguntaba qué sería tener un mate que me amara, que sintiera prácticamente esa pulsión de amarme sin poder controlarlo.

¿Qué pasaría si yo hubiese dicho que sí? Si le diera una oportunidad. Había una mínima chance de que saliera todo bien. Pero yo no quería ni tomarla, ni imaginarla.

Y debía decir que en la noche en mi casa también me asomaba para ver si él estaba, si veía los ojos de algún lobo en el medio del bosque. Connor había dicho que se llamaba mi lobito. El único que posiblemente sí me quería.

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