Una curvy para el Alfa romance Capítulo 34

Sebastián

Mi mate me cuidaba y aun cuando mi lobo todavía seguía recuperándose, yo podía sentir que él estaba feliz como nunca. Tatiana me había tratado como nunca imaginé y me cuidaba con tanta dedicación que sentía que mi corazón iba a salir volando de mi pecho.

Y debo reconocer que en la oportunidad que tuve me incliné a besarla. Desde el momento en que la tuve tan cerca y mis labios tomaron los suyos, se me olvidó el dolor y mi experiencia cercana a la muerte, se me olvidaron los rogues, la manada, mi familia, absolutamente todo.

Tatiana era adorable, dulce y sencilla... pero cuando estaba en mis brazos se sentía como una energía indomable. Su piel me llamaba como un imán y acaricié su cuello colocando mi mano detrás de su nuca para mantener el beso mientras me deleitaba con sus labios.

El sabor a fresas me enloquecía y cuando ella jadeó... mi lengua entró para poseer su boca, recorriendo cada esquina y cada lugar, jugando con la suya en un baile lento y delicioso.

Ella gemía y un gruñido de placer salía desde el fondo de mi garganta. Mis manos empezaron a tener vida propia y tomé su muslo apretando su cuerpo, deseando tomarlo de todas las formas posibles.

Su cuerpo respondía, y yo siento que la cantidad de ropa que tenía encima era excesiva y era solo un pantalón deportivo y una camiseta.

Cuando la aprieto más a mí, una de sus piernas se coloca sobre las mías y me siento como un depredador… aunque no tengo la menor idea de si he logrado cazarla… o me han cazado a mí. Solo sé que nunca había sentido algo así en toda mi vida.

Siento su corazón desbordándose y el olor de su excitación, y con mis manos y mis brazos la traigo hacia mí hasta que nuestros pechos estén juntos mientras mi boca la devora. Al inicio ella no me toca, pero luego sus manos van por mi cabello y por mi cuello, y me encanta.

Yo levanto suavemente su camiseta y toco su espalda y le escucho a gemir... jamás imaginé que así iba a reaccionar el vínculo de mates. Era como una fósforo que con un simple contacto el fuego aparecía y yo sentía que no iba a estar completo hasta que esto se consumiera totalmente.

Cuando una mano de ella va hacia mi abdomen, yo jadeo con un poco de dolor y ella se separa angustiada. Por la diosa yo podría aguantar miles de dolores más siempre que ella me siga besando y tocando.

—Lo siento… lo siento tanto…— dice angustiada mientras nos acomodamos las ropas y de repente despertamos de ese hechizo en el que estábamos.

Éramos otra vez ella la chica humana que no me quería del todo y yo el Alfa que había metido la pata y rogaba porque ella me diera una oportunidad.

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