Una curvy para el Alfa romance Capítulo 36

Tatiana

—Los hombres lobos necesitan a sus mates para curarse. Sus lobos se sienten más seguros y contribuyen a la sanación. Les da tranquilidad y confianza. Era algo bien sabido para todos— me repetía yo mentalmente mientras veía el techo de mi habitación.

Fue una de las primeras cosas que aprendí en la manada.Siempre que algun guerrero sufría algún accidente o se encontrara muy débil, se llamaba a su mate inmediatamente, y si no estaba él o ella... crecía la angustia.

Yo como tantas noches no podía dormir, aunque hace varios días era porque tenía incertidumbre de que iba a suceder. Me quitaba el sueño lo que sucedió en el pueblo y también me preguntaba dónde estaría él.

En cambio, la situación ahora era diferente. Ahora yo no podía dejar de pensar que él estaba muy cerca de mí, a poca distancia en el piso de abajo, en mi sala, específicamente en mi viejo sofá, durmiendo, o al menos eso yo creía.

Ya lo había visto durmiendo varias veces, sus párpados cerrados, su cabello oscuro cayendo de lado, sus labios entreabiertos, y de solo recordarlo me hacías jadear. No podía dormir pensando en lo que podría estar haciendo con él ahora, en lo que quería hacer con él.

Nos habíamos quedado durmiendo juntos en ese sofá y yo me levanté como pude, con el corazón acelerado. Lo hacía por cuidarlo, ¿cierto? ¿Esa era la única razón? Porque si era por un deber, debía reconocer que lo estaba disfrutando demasiado.

Y yo estaba convencida de que yo tenía razón en lo que había planteado, que había cosas que no se perdonaban tan fácilmente y, sin embargo... cuando él me abrazaba, me tocaba o simplemente me veía... me hacía temblar. Esto se estaba escapando de mis manos y yo temía que fuera aún peor.

Bajaba inusualmente contenta a comenzar el día, había pedido días libres en el restaurante simplemente para estar con él y no tenía ningún remordimiento, y ahora estábamos en una rutina demasiado deliciosa como para romperla.

Desayunar juntos, encargarme de la casa mientras discutía con el que no debería ponerse a trabajar en el jardín e intentar arreglarlo, pero igual él lo hacía. Él daba unas vueltas cerca, revisando los alrededores y luego descansaba mientras yo me quedaba junto a él. Un día normal, común… y maravilloso.

Se nos iba el día hablando de trivialidades. Creo que yo prefería vivir en esta burbuja agradable en donde realmente no hay un futuro ni expectativas, solo vivir el presente. Y era realmente maravilloso.

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