Una curvy para el Alfa romance Capítulo 37

Él es inmenso y ágil. Ahora me doy cuenta de que tenía que haber notado desde antes de que no era un lobo común y corriente.

Cuando ya no puedo más me siento en el césped y él viene a acurrucarse cerca de mí, su pelaje es tan suave. Él me ve con amor… y siento que con él tengo ese amor incondicional.

—Te había extrañado mucho— le confieso acariciando su pelaje.

—Eres un lobo tan hermoso... el más maravilloso que he visto en mi vida— le digo y él me lame las manos y yo me río.

—¿Quieres ir a correr en el bosque? Debe ser hermoso correr por ahí— le digo y él va entre los árboles.

Sin duda, si bien quiere estar conmigo, su ámbito es ahí afuera, cerca de la naturaleza como debe ser. Imagino que necesita cazar y aprovechar estar afuera estirando sus patas luego de estar tanto tiempo encerrado y herido.

—Solo dile a tu humano que tiene que volver para la cena…— le digo y lo veo irse rápidamente desapareciendo entre el bosque.

Ahora, lejos de él… me pregunto si ya está tan bien y recuperado... ¿Volverá a la manada? Parecería lógico, además él es el alfa y lo necesita. Él realmente no debería estar aquí aun cuando yo soy su mate, tiene responsabilidades más importantes que atender, pienso con tristeza.

Han pasado varias horas y yo me voy a bañar y me coloco un pequeño short y una blusa suelta, y encima mi usual bata. Es mi ropa común y corriente del día a día, pero creí que era mejor cubrirme un poco más aún cuando esté en mi casa. Ahora no estaba sola.

Sebastián debe volver en cualquier momento y yo me quedo cocinando, prácticamente silbando una canción pensando en esta linda rutina. ¿Podríamos ser así él y yo en algún momento en el futuro? Él yendo a entrenar y yo quizás trabajando aún en el restaurante.

Siento sus labios recorrer mi cuello en ese punto tan particularmente sensible que me hace jadear inmediatamente. Y mi cuerpo reacciona tan rápido que es ridículo. En segundos siento las oleadas de calor y como las rodillas me tiemblan. Su cercanía es enloquecedora y yo secretamente deseo más.

—Sebastián... — le digo gimiendo cuando siento sus manos por mis piernas, subiendo por mis muslos y recuerdo el short corto que tengo. Él está detrás de mí y siento la fuerza de su cuerpo, me siento encerrada por él y es fantástico.

—Eres deliciosa... —dice y las palmas de sus manos bien abiertas empiezan a subir desde mí rodillas, por mí muslos y casi llegando prácticamente a mi ingle y yo me tengo que sostener con fuerza de lo que él me provoca.

—Tatiana... mi Tatiana…— dice él succionando mi cuello y yo siento sus manos en mi piel y básicamente no pienso ni quiero pensar, solo que él me siga tocando.