Él ahora presionaba sus caderas aún más hacia mí, encerrándome entre su cuerpo y su mano. Su mano se comenzaba a mover sobre mi ropa interior, sus dedos presionando suavemente en forma circular y mi cuerpo estaba reaccionando sin yo poder controlarlo.
—Puedo oler tu aroma mi dulce mate... es el aroma más exquisito del mundo— decía él sabiendo exactamente lo que me hacía y lo que me provocaba.
De repente sus dedos empezarán a moverse más y más y ahora acariciaban el borde, tocando mi piel, como aproximándose poco a poco a su destino.
—¿Quieres que me detenga?— pregunto de nuevo mientras ahora retiraba su mano y colocaba sus dedos por dentro de mi ropa interior. Yo jadeaba y sentía que no podía ni respirar mientras asentía con mi cabeza.
—Por favor Sebastián... —le decía y no podía creer las palabras que salían de mi boca, estaba tan desesperada que pensé que iba a morir en cualquier momento si él se detenía.
—Necesito las palabras... mate, necesito escucharlas de tu boca— me dijo con la voz más sensual y yo no pude hacer otra cosa que darle lo que él quería, que por supuesto era lo que yo también ansiaba.
—No, no quiero que te detengas... — le dije e inmediatamente sentí su mano tomándome directamente sobre mi piel, ahuecando su mano completamente sobre el centro, y yo ahora gemía de forma descontrolada.
—Sujétate con fuerza... —decía él moviendo mi mano para que tomara el borde del tope de la cocina, mientras me empujaba más y más por detrás, y ahora sus dedos iban explorándome, como si quisiera saber cuáles son todos los puntos que me enloquecen, como si quisiera aprender más de mí y no fuera suficiente. Yo sentía que me quemaba por dentro.
—Tan cálida... tan deliciosa— decía mientras sus movimientos se hacían cada vez más expertos, subiendo y bajando, deteniéndose especialmente en un lugar, un pequeño espacio que me hacía gritar cada vez más.
—Quiero escucharte, gritar más... quiero que todos lo escuchen— dice y en una combinación fatal entre sus besos y suaves mordiscos en mi cuello, su mano acariciando, sus caderas y su erección presionándome, su otra mano en mi pecho... me llevó al límite, y grité de placer como nunca lo había hecho.
Yo sentía que me iba a caer mientras él me sujetaba, seguía moviéndose detrás de mí hasta que gritó él también y me abrazaba, acariciándome con su nariz y sus labios en mi cuello.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...