Una curvy para el Alfa romance Capítulo 47

—¿Quieres que vaya más lento o…?— le pregunté como pude y me moví aún más cuando ella gimió. Mi cara era tensa, controlándome, mis venas palpitando, mi cuerpo deseando más y más.

—Sebastián… más…— decía ella llevada totalmente por el éxtasis. La sentía relajarse y todo mejoró aún más.

Ambos soltamos un suave grito cuando ella apretó sus piernas alrededor de mi cadera. Poco a poco se acomodó a mi tamaño, y comencé a moverme con más entusiasmo. Se sentía maravilloso y nuestros sonidos llenaban la habitación.

—Mate.... eres el paraíso — le decía entre jadeos y palabrotas.

—Mírame Tatiana…— le suplicaba. La necesitaba aquí y ahora, conmigo. Que ella viera todo lo que sentía por ella, como me dedicaba a ella.

Este era uno de los momentos más importantes de mi vida, sin duda. La forma en que su cuerpo se movía era el pecado mismo, moví mis caderas con fuerza y apreté su trasero y veía las marcas de mis manos en su piel.

Estaba obsesionado con ella, como ella me recibía, como me tomaba una y otra vez. Yo era suyo, malditamente suyo. Ella era mía y yo era suyo. Siempre sería así, no importa lo que sucediera.

Mi cuerpo se empezó a sacudir y ella gritaba. Me incliné hacia ella, tenía que contenerme porque parecía que iba a explotar en cualquier momento. Ella se abrazaba a mí, acariciándome, aprisionándome de manera fabulosa y yo gemía como desesperado. Tenía que ser cuidadoso, ella era una humana, tenía que ir con calma. Tenía que cuidarme y que Connor no tomara el control.

Yo me apoyaba con cuidado en la cama, sosteniéndome con mis antebrazos, hundiéndola cada vez más en la cama, sintiendo sus curvas, presionándose contra mis músculos. Tatiana se movía, casi de forma innata, y yo pensaba que iba a morir aquí.

—Ella es nuestra… tengo que marcarla— Connor me suplicaba que la marcara, que la hiciera mía en todas las formas posibles.

—No aún no… no puedo sin que ella lo desee— le respondía. Un hombre lobo marcaba a su mate para que el resto supiera que era de él y nadie más. Era un momento clave en una pareja, pero yo sabía que estaba aún lejos de eso.

—Sebastián… oh Sebastián…— me decía ella y manteníamos nuestra intensa danza, su cuerpo moviéndose, nuestra respiración entrecortada, yo buscaba besarla, saborearla más.

Me moví cada vez más rápido, con estocadas certeras y ella gritaba. Ella estaba cerca y yo movía mis caderas para llegar a todas las deliciosas partes dentro de ella y estaba logrando llevarla al límite.

Ella empezó a jadear y me aprisiona de tal manera que ella llega y su clímax me sacude por completo. Yo voy a su cuello y succiono su piel, lucho con mis colmillos para que no se elonguen, suprimiendo el deseo abrazador de marcarla. Ella me exprime de tal manera que grito desesperado.

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