En un momento rápido más y él me tiene contra la pared, me besa con fuerza y siento cada parte de su duro cuerpo acerca del mío. Mi cuerpo palpita solo de saber lo que vendrá a continuación. Me restriega contra la loza del baño, yo araño su espalda, y nuestras piernas se enredan.
—Siempre tentándome… siempre buscándome llevar al límite. De otra persona no me gustaría… pero de ti dulce mate…. me gusta todo lo que haces—
Siento sus manos, agarrando mis piernas con desesperación, besando mi cuello y yo creo que olvidé hasta mi nombre si no fuera porque él me susurra —Tatiana, mi Tatiana— entre jadeos impacientes.
De repente sus dedos van entre mis piernas, y no sé si es porque toda la situación me ha calentado, pero suelto un grito. Él se sonríe y muerde sus labios, viendo como evidentemente sabe qué hacer para volverme loca.
Sus dedos van suave, pero tocando todos los puntos, como si tuviera un mapa perfecto, uno del que yo ni era consciente. Me hace sudar, gritar, desesperarme.
Entre besos y jadeos yo llego y él se apoya en mí sacudiendo sus caderas y llega también con un grito salvaje. Yo quedo tan débil que creo que me caigo, mientras él se sujeta de la loza del baño, respirando, aturdido.
Esto ha sido solo agua, toques y palabras sensuales. Y nos han llevado al límite. El maldito vínculo de mates es sumamente poderoso. Sebastián me besa de nuevo y me trae bajo la ducha para limpiarme de nuevo, como si yo fuera un tesoro.
Por unos ridículos minutos me quedo abrazada a él, el agua cayéndonos, desperdiciándose mientras hacemos que bailamos, balanceando nuestros cuerpos. Es ridículo, romántico, tonto, sensual. La sensación de estar con él… es indescriptible.
Me siento segura, feliz, a gusto. Siento como si fuera mi lugar. No debería sentir nada de esto… pero no puedo evitarlo.
Al poco tiempo, la regadera está cerrada, él me acerca una toalla y comienza a secar mis piernas, subiendo por mi trasero, besando mi vientre, mis pechos, mi cuello. Aprovecha de tocarme cuanto puede, observando mi cuerpo con detalle, parece… deleitado.
Observa las marcas que ha dejado en mi piel y sonríe. Al poco tiempo estoy de vuelta en mi habitación, envuelta en una gran toalla, buscando mi ropa.
Claro… me iba al trabajo, ¿no? He perdido noción de tiempo, de qué hacía y hasta de quién soy.
—Pensé que iba a odiar esta parte… pero debo reconocer que me gusta bastante— dice él mientras me observa con ojos oscuros.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Una curvy para el Alfa
La estoy matando, pero necesitamos los capítulos que siguen por favor...
Apasionante, mas capitulos!...
Me encanta...