Una curvy para el Alfa romance Capítulo 52

Sebastián

—¡Esto no está bien! ¡Esto no está nada bien!— gritaba mi lobo en mi cabeza mientras volvíamos a la manada a toda prisa.

—¡Hay un ataque y ahora vamos a dejar a mate sola! ¡No deberíamos abandonarla! ¡Mucho menos después de anoche...!— seguía gritando Connor.

Pero la realidad es ¿qué podríamos hacer? Tenía que elegir… y elegí mi manada. Connor… solo piensa en mate.

—La manada... si hay peligro, ¿cómo no vamos a estar ahí? ¿Cómo no vamos a ayudar a evitar una desgracia?— le decía yo mientras él gruñía.

Sabía que estábamos ante una decisión imposible. Yo no quería dejarla, luego de haber compartido la mejor noche de mi vida, sabiendo además que ella tenía dudas, y ahora mis acciones no me iban a ayudar en la situación con ella, de nuevo. No podía estar en dos lugares al mismo tiempo.

Deseaba estar con ella, pero tenía un deber. Mis prioridades eran imposibles y en poco tiempo dejé que Connor tomara el control.

David me había llamado de emergencia y en cuanto me acerqué a los límites de nuestro territorio sabía que estábamos en problemas. Los rouge tienen un olor asqueroso y lo podía sentir a millas de mi posición. Mi lobo aceleraba sus patas y en poco tiempo me unía a la pelea con un rugido.

—¡Alfa! ¡El Alfa está aquí!— escuchaba a los guerreros de mi manada en mi cabeza. Yo entraba enterrando mis garras en el pelaje de los enemigos, destrozando cuellos, escuchando gritos e impidiendo que el resto entrara en nuestro territorio.

David peleaba con esmero y sabía que estaba cansado, él había tomado el liderazgo mientras yo no estaba, pero no estaba preparado para esto.

—¡Alfa... han entrado en el territorio!—

—¡Yo me encargo! ¡Ustedes, vengan conmigo!— le decía yo a los hermanos, quienes con ferocidad corrían a mi lado.

Se había implementado el protocolo de protección de todo aquel que no pudiera pelear y sabía que estaban escondidos y ese sería el primer objetivo de los enemigos.

—¡A la casa de la manada!— gritaba yo y en el camino iba acabando con los rouges que atacaban a mis guerreros y guerreras. Los hermanos eran fuertes y actuaban como uno solo, quebrando enemigos por donde pasaran.

Yo estaba extremadamente violento, prácticamente aplastando a quien se me pusiera por delante, con una fuerza que creo nunca había experimentado.

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