Una curvy para el Alfa romance Capítulo 65

—Yo pensé que era mi hogar... pero solo fui objeto de burlas. Una tonta y gorda humana... ¿Quieres que pase por eso de nuevo? ¿Quieres que yo sufra de nuevo?— le digo colocando mis manos en su pecho, intentando que la balanza caiga a mi favor de una manera u otra. Estoy completamente determinada a no dar mi brazo a torcer.

—¡Por supuesto que no quiero eso! ¡No será igual! ¡Lo juro, Tatiana! —

—No puedes controlar a todos, ni lo que piensan, ni lo que dicen— parece estar entre la espada y la pared, y yo tomo su cara con mis manos, acariciando su rostro.

Nos habíamos acostado juntos, nos habíamos tocado... pero nunca había sido realmente tierna con él, como era como mis hermanos, mis amigos en el restaurante. Y podía ver como los ojos de Sebastián cambiaban, yo sentía que le hablaba a Connor, ese lobo que estaba a mi favor, siempre.

Su rostro era hermoso, y mis manos se deleitaban tocándolo. ¿Por qué no podríamos ser siempre así? Llevándonos bien, con cariño y amor. ¿Por qué nuestra historia no podía ser diferente?

Estaba convencida de que ambos lo que sentíamos era un impulso, una loca pulsión y deseo. Pero de ahí a tener una relación... había un gran paso. Y en Medianoche, yo estaría a su merced.

—Te lo suplico Sebastián... estoy segura de que puedes encontrar otra opción... — digo pasando mi pulgar por sus labios y él toma mi mano y la besa.

¿Lo estoy manipulando? Posiblemente sí.

¿Eso era justo? Probablemente no, pero él usaría la fuerza en cualquier momento, lo sabía. Yo tenía que evitarlo. El vínculo estaba a mi favor. Él no podría negarse.

—Por favor... ayúdame…— digo y lo veo desesperado, él cierra los ojos y se concentra y suspira.

—Prometo buscar otra opción... pero si no la hay Tatiana…—

—Estoy segura de que la hay... — digo alzándome y besándolo. Nos perdemos en ese beso un rato y yo me separo. Me siento culpable, pero tengo que hacer de tripas corazón.

Me voy al trabajo contenta, pensando en que quizás puede esquivar el peligro. Realmente lo espero.

—Estás muy feliz hoy... y arrasando— me dice Mariela con una sonrisita.

—¿A qué te refieres?—

—Pues que no solamente tienes al papucho de cabello oscuro pendiente de ti... sino que veo que hay varios chicos que no te quitan la mirada de encima. Por cierto... ¿No has notado que de repente hay muchos hombres atractivos en este pueblo?— dice pensativa. Y yo miro a mi alrededor.

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