Una curvy para el Alfa romance Capítulo 73

—¿Qué quieres decir?—

—Creo que quizás sería bueno cerrar el restaurante por un tiempo…—

—No… no puede ser... — digo con pánico, ella toma mis manos.

—Es por el bien de todos, Tati. Si algo les pasara yo... no sé qué haría. Sabes que ustedes son como mi familia. Y por favor no te preocupes por el sueldo, yo me encargaría de que se vieran bien recompensadas—

—Gaby pero... —

—Estoy evaluando que sea por un par de meses, no es definitivo, ¿okay? Para ver si algo cambia y esta gente se mueve para otro lado. También quiero ayudar, entender qué está sucediendo en este pueblo, hay un grupo de la alcaldía que está haciendo averiguaciones, nos estamos organizando…—

—Gaby prométeme que vas a tener mucho cuidado... esta gente se ve peligrosa…—

—Claro que sí. ¿Me ayudarías a hablar con el resto de las chicas y con Martín?— me pregunta con ojos amorosos y ¿cómo podría decirle que no? Si esta mujer me ayudó cuando más lo necesitaba

Yo me siento aún peor, si es posible. Si cierran el restaurante yo no tengo más excusas… para quedarme aquí. Sin duda, lo que dice Sebastián es verdad. Estamos en peligro.

Pienso con terror ir de nuevo a la manada Medianoche... y mi estómago me duele de solo pensarlo.

—¡Hey! ¡Gordita! ¡No seas floja y tráenos una nueva ronda!— me gritaban de una mesa

— Vamos rechoncha, ¿no te puedes mover? ¡Mueve ese gran trasero!— me dicen otro y yo respiro profundo.

En años trabajando en este restaurante jamás me había sentido tan humillada. Al parecer estos hombres mientras más tomaban se volvían cada vez más atrevidos y groseros. Y honestamente habían tomado como para estar muertos.

—¡Por fin! Qué servicio tan lento... aunque debo reconocer que... para ser gordita... tienes buenos atributos...— dice un hombre calvo con dándome una mirada asquerosa.

—Lárguense de aquí… ya no soy bienvenida…— digo lo más firme que puedo y los hombres se ríen. No soporto que me traten mal, pero menos quiero exponer a mis amigas y al resto.

—¿Es en serio, pequeña? ¿Qué eres? ¿La dueña?—

—Váyanse inmediatamente ¡Ya!— digo con furia.

—¿Quieres que terminemos esto afuera...? ¿Es eso? Tú y yo podríamos divertirnos… tu sabes, hacer cosas— dice un hombre alto y fornido, y toma un mechón de mi pelo y lo coloca detrás de mi oreja. Y automáticamente golpeó su cara, pero evidentemente él ni se inmuta.

—Aléjate de ella inmediatamente...— escucho decir a Marina y el hombre sonríe.

—Pero si es solo un cachorrita... ¿Estás perdida? ¿O necesitas a un verdadero hombre que te enseñe?— pregunta y los demás hombres ahora se mueren de risa.

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