Una curvy para el Alfa romance Capítulo 76

Tatiana

Ya está. Todo esto me estaba volviendo loca. La noticia de Gaby de que posiblemente iba a cerrar el restaurante, los hombres lobos gritándome cosas mientras les servía sus cervezas, y aún peor… ver a mi hermano herido.

Esto era demasiado para mí.

Y luego Noemí sangrando, mi casa, mi hogar destrozados. Todo lo poco que tenía completamente destruido, era un golpe tras otro a mi corazón, y sentía que ya no podía más.

Me preguntaba ¿Qué había sido de mi vida? ¿Qué había sucedido con la vida tranquila de Tatiana?

Donde mis problemas eran levantarme temprano para ir al restaurante, intentar evadir las propuestas de salidas de Mariela, venir a casa, darle de comer a los lobos, irme a dormir añorando algo que no podía tener. Amor, un mate.

Y ahora supuestamente lo tenía... y lo único que me había traído era dolor. Exactamente desde el principio. Y me había dejado enredar con sus palabras y sus ojos hermosos, ¡era mi culpa!

Yo había pensado que podía tener las dos cosas, mi vida de siempre y un amor verdadero. Cuando todo parecía indicar que eran como dos universos paralelos, que yo ingenuamente pensé que nunca iban a coincidir, y ahora estaban colisionando, destruyendo todo a su paso.

Estaba aquí viendo todo a mi alrededor, las sábanas, la sangre de mi hermano y de Noemí. Pude haber sido yo, pero yo no hubiese sobrevivido, eso era seguro. Sentía que ya no tenía nada, que todo estaba roto, que ni sabía si había futuro.

Veía las cosas en el piso, los guerreros de Sebastián me veían con curiosidad, y habían hecho un tremendo esfuerzo para arreglar todo. Pero no era igual, nada era igual.

Ahora Sebastián me hablaba… ya sabía lo que me iba a decir.

—Tienes que volver... sé que te resistes, pero tienes que entender que es lo mejor solución, la única de hecho— decía frente a mí mirándome mientras yo negaba.

—¿Prefieres exponerte? ¿Exponer tu vida y de las personas que amas?— me preguntaba molesto. Él quería que yo hiciera todo lo que él dijera.

No crean que es que yo era una tonta, ni una terca inmadura. Entendía lo que sucedía y que el peligro era real, mi vida no podía seguir como si nada. Pero había pensado en una opción.

—Prefiero irme a otro lado... lejos…— le decía firme levantándome y él me miraba como si yo estuviera loca.

—¿Irte? ¿A dónde?—

—Podría cambiarme de ciudad, hay una en la que podría pasar desapercibida y... — lo veo temblar de rabia.

—Te refieres a dejarme... alejarte de mí, ¿sabes lo que me sucedería? ¿Sabes lo débil que sería sin ti a mi lado....?— dice rojo de la rabia.

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