Una madre para mis hijos, una esposa para mi. romance Capítulo 3

Colgó la llamada y se quedó pensando por unos segundos, tenía una nueva entrevista, quizás eran varios los filtros que tenía que pasar para seleccionar a la persona indicada.

Se recostó en su cama a soñar, que iba a hacer ella, si la contratan y ganaba doce mil dólares al mes, pensó en algunas opciones, total tener un par de ilusiones no costaba nada.

Eran un sueldo muy bueno, no todo el mundo pagaba doce mil dólares por cuidar niños y estos eran dos, ésta vez iría con la mejor actitud.

Había que estar dotado de paciencia para cuidar a dos pequeños que apenas habían dejado la lactancia materna.

Al día siguiente busco una falda que había conocido mejores tiempos, una suave blusa de muselina que también tuvo mejores momentos, pero por lo menos se veía más decente.

Al llegar nuevamente al lugar de la entrevista, espero ver muchas chicas

esperando, pero ahí aún no había nadie más, solo ella.

El nerviosismo de la chica creció, ¿Sería que había llegado muy temprano? No tenía como ver la hora, ¿O llegó tan tarde que todas ya se habían ido?

Se movió inquieta en su asiento, salió la chica del día anterior con una buena taza de café, leche y un buen sandwich.

Sylvia lo tomó, no tenía nada en el estómago, así que disfrutó del delicioso refrigerio.

Después de un buen rato la chica le dijo que podía pasar, vió a su alrededor, no había más nadie sino ella, se levantó y se dirigió a la oficina de entrevistas.

— Buenos días señorita Smith— saludó él mismo hombre del día anterior— usted ha sido seleccionada para el trabajo de atender a los niños.

Sylvia se sintió emocionada por la noticia, sonrió con timidez, y luego de unos segundos dijo:

— ¿Cómo haré con el pasaporte?— preguntó preocupada.

— Hoy mismo solucionaremos eso— dijo el hombre— la señorita le acompañará a adquirir ropa, lencería, zapatos y todo lo necesario para el viaje.

— ¡Gracias! —dijo Sylvia.

— También le acompañará a cambiarse a un hotel— dijo el hombre estirado—donde se entrevistará con el padre de los niños, también se le pagará la deuda a su casera.

Sylvia no podía creer tener tanta suerte, sonrió nuevamente, ésta vez de alivio, después de ésto la chica la invitó a seguirla hasta un centro comercial donde le compró ropa adecuada.

Sylvia jamás había disfrutado de un buen ropero, cuando mucho dos faldas, dos blusas, un pantalón y un solo par de zapatos.

Así que, más que eso, la hacía sentirse una mujer muy rica y privilegiada, la llevó a un salón de belleza, le arreglaron las uñas, le peinaron el cabello y le hicieron una buena limpieza de cutis.

Sylvia era pelirroja, con muchas pecas, ojos azul cielo, rostro hermoso, labios no muy carnosos, boca mediana, estatura promedia, un metro sesenta.

Tenía bonitas piernas, bonito cuerpo, suavemente delineado, aunque hasta ahora la ropa que había usado escondía su belleza.

Luego de allí la llevaron hasta un hotel dónde la instalaron en una gran suite; Sylvia jamás había visto una habitación tan hermosamente decorada y mucho menos tan grande.

La cama era tan grande que ella se perdía allí, había un gran espejo y al verse se sorprendió de ver lo diferente que estaba.

Se veía bonita y sofisticada, le gustaba la imagen que le devolvía el espejo, nunca se había visto con una ropa tan bonita, pero conservadora.

Capítulo 3 Conociendo al jefe 1

Capítulo 3 Conociendo al jefe 2

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