Esa mañana Hafid se ocupó de los detalles que tenían que ver con Sylvia, le abrió la cuenta en el banco, para así tener donde depositar el salario de ella cada mes.
También se ocupó de comprar ropa y accesorios para qué ella debía usar de acuerdo a lo que sería ella de hoy en adelante, su esposa.
Hafid era un hombre con una cuantiosa fortuna, nunca se había puesto contar su dinero, pero todo dependía del preciado oro negro, tenía empresas en todo el mundo, producto de los derivados del petróleo.
Cuándo se casó por primera vez, él pensó que sería para toda su vida, amaba a su mujer con locura.
El destino se encargó de demostrarle, que el amor es fluctuante, las mujeres para Hafid eran como una vela, apenas las acercan al fuego se derriten.
Tenía dos años que había quedado viudo, y pensaba seguir así hasta que muriera, lamentablemente, se puso a crear una historia estúpida alrededor de la madre de los niños, diciéndoles que se encontraba de viaje.
Que el trabajo, no la dejaba con tiempo para verlos, y era por eso que siempre estaba ausente; al inicio fue algo inocente para los niños.
Solo tenían un año, cuando ella decidió morir con su amante, pero fueron creciendo y eran extremadamente inteligentes.
Hacían preguntas que te sacaban de órbita; desde que cumplieron dos años hablaban muy bien, ya a los tres años y medio eran muy maduros para su edad.
Hacía tres meses atrás, Farid les había dicho: "Papá, eres mentiroso, creo que no tenemos una mamá" , él le había respondido: "¡Claro que tienen la tienen",eso les había afirmado.
Lo enfatizó con mucha seguridad, y les dijo: "Solo está de viaje, por eso nunca la ven"
"¡No papá! Había dicho Amira, nosotros ya no te creemos, mamá no existe", dijo la niña y los dos habían salido corriendo, sin esperar que él dijera algo más.
Desde ese momento, Hafid pensó en cómo encontrar una madre para sus hijos, tenía que ser alguien particular, sin familia dispuesta a someterse a lo que él demandara de ella.
No pensó en qué la conseguiría, era difícil conseguir a alguien así, pero tenía que intentarlo; ya tenía dos semanas de haber publicado el anuncio y hasta ahora eran muchas las que se habían entrevistado.
Muchas chicas habían ido para ver si calificaban y él las entrevistaba, o mejor dicho su secretario, hasta que un día éste lo llamó para decir: "¡Jefe, creo que tenemos a la mujer ideal para el trabajo!".
“¿En serio? Entonces, cita a esa chica nuevamente, contratala, después veo si decido quedarme con ella ” había pedido Hafid"
El secretario ésa misma tarde la había citado nuevamente, esa mañana siguiente la chica había ido a la entrevista y le había confirmado que ya había contratado a la muchacha.
Hafid había pedido una foto de la chica y al ver la foto, exclamó: ¡Por Dios Warren, es una niña! La voz de Hafid sonó alarmada.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una madre para mis hijos, una esposa para mi.