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Una madre para mis hijos, una esposa para mi. romance Capítulo 8

Silvia, se sintió conmovida por la ternura de estos dos niños, pero también sorprendida, ante la petición que le hicieron, quería un hermanito.

Y probablemente, si se acostaba con este hombre, vendría uno, aunque ella tendría mucho cuidado de embarazarse, de un hombre a quien no amaba.

Era demasiado hermoso tener a éstos dos ángeles tan tiernos, como sus hijos, ellos habían estado tanto tiempo sin ver a su madre, que ahora que la tenían a ella, no querían dejarla escapar.

No importaba lo que sucediera entre Hafid y ella, nunca abandonaría a estos niños, mientras no pudieran comprender que ella, no los había tenido nunca en su vientre.

Silvia los abrazó con ternura, y los llevó hasta el salón de juegos, ellos que ya habían visto el vestido blanco, sobre la cama, le preguntaron.

—Mamá, ¿no te gusta el vestido que te regaló papá?— preguntó Amira.

— ¿Porque piensas eso?— dijo Silvia— además, ¿de qué vestido estás hablando?

— Del que estaba sobre la cama— dijo Farid— ¡Es hermoso mamá! ¿porque no te gusta?

— El vestido, que está sobre la cama, es para usarlo en una fiesta que tendremos papá y yo mañana,— dijo Sylvia— y claro que me gusta, y me gusta mucho.

— Nosotros pensábamos, que estaban peleando, porque no te gustaba ese vestido— dijo Amira.

— ¡Nosotros también iremos a esa fiesta!— dijo Farid.

— ¡Sí mamá!— dijo Amira— nosotros también tenemos ropa nueva para ir a la fiesta; ¿quieres verla?

Y uniendo, la acción a la palabra tomaron a Sylvia por una mano y la llevaron hasta sus habitaciones, les mostraron los hermosos trajes que usarán en la supuesta fiesta.

— ¿Cuándo les compraron está ropa tan hermosa?—preguntó Silvia.

— Antes que llegarás— dijo Amira— papá nos dijo: "Mamá está por llegar y tendremos una fiesta, para celebrar y fue nos llevó a comprar esta ropa.

—¡Se verán muy hermosos!— dijo Sylvia— más de lo que ya son, mis niños bellos.

Ella se sentía totalmente enamorada, de estos niños; pensó:

"Así que Hafid, tenía plena confianza de que encontraría, una madre para sus hijos y una esposa para él; Silvia no entendía qué historia había vivido este hombre.

Quien tenía un carácter de los mil demonios, pero estaba muy equivocado, si creía que la iba a someter como una esclava.

Hafid, estuvo reunido con sus socios por más de dos horas después que había discutido con Silvia, ella lo esperó pacientemente, porque necesitaba hablar seriamente con él.

A la una de la tarde, se reunieron todos en el comedor, era la hora del almuerzo, aparte de Hafid habían otros cuatro hombres más, quiénes se sentaron a la mesa, ya Silvia y los niños estaban allí.

Hafid entró con sus aires de hombre importante, tenía una figura imponente, de ojos profundamente oscuros, labios en un rictus de amargura, se volteo y miró a Sylvia y dijo:

— ¡Caballeros, tengo el gusto de presentarles a mi esposa y la madre de mis hijos— dijo Hafid señalando a Sylvia— está inclinó la cabeza en señal de cortesía, con el rostro duro y la mirada fría

Todos inclinaron la cabeza, Hafid sonrió con ironía al ver el rostro duro de Silvia, las empleadas empezaron a servir y todos comieron en silencio.

Aun los niños estaban muy quietos, mientras Sylvia les ayudaba con sus alimentos.

Hafid, era un hombre que viajaba por el mundo, obviamente ella no conocía mucho de él, solo sabía que, después de la boda volverían a Estados Unidos.

Sylvia, nunca me había viajado, o mejor dicho, solo conocía el orfanato en un pequeño condado de Inglaterra.

Hafid, siempre viajaba con su servidumbre a todos lados, tenía casas en cualquier lugar donde llegaba, las cuales las ocupaba.

— Te ven como un hombre enojado— dijo Sylvia.

— Hablaré con ellos— prometió Hafid— ¿De que querías hablar?

— Sobre la supuesta boda— dijo Silvia.

— No es una supuesta boda, Silvia será real—dijo Hafid.

— ¿Por qué tiene que ser real? Todos creen lo que tú dices— dijo Sylvia— sí dices a todos que estamos casados, todos te creerán.

— Pretendes que engaña a mis hijos Sylvia— dijo Hafid.

— ¿Acaso, ya no los estás engañando al decirles que soy su madre? ¿Qué diferencia hay, entre eso y ésto?— dijo Sylvia.

— Hay una razón muy simple—dijo Hafid— en algún momento, mis hijos crecerán y se enteraran de la verdad sobre su madre, nunca falta un imprudente.

—Te escucho—dijo Silvia.

— La madre de los niños, falleció cuando ellos eran unos bebés de un año, por lo tanto, no la recuerdan — explicó Hafid— ellos tienen una familia materna.

—Sigo sin entender— dijo Sylvia.

— Desde que murió la madre de ellos, no he vuelto a Estados Unidos— dijo Hafid— para ellos, tú estás conmigo desde que quedé viudo, has criado a los niños, eres su madre, aunque no los llevaste en tu vientre.

— Aún así, puedes decir que estamos casados y te creerán— dijo Sylvia.

— Si tienes razón, pero no me siento tan bien al engañar a los niños con lo de que eres su madre— dijo Hafid— me gustaría que éste matrimonio sea real, por eso Sylvia Smith, es lo que quiero, que seas legalmente mi esposa.

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