Una madre para mis hijos, una esposa para mi. romance Capítulo 5

En la mañana cuando Sylvia despertó Hafid Aziz la tenía abrazada por la espalda, como había llegado hasta ella, la cama era inmensa; poco a poco fue sacando su cuerpo de los enormes brazos de éste hombre.

Se levantó después de un baño y se cambió de ropa, salió y buscó donde estaba la cocina, una empleada se acercó y dijo:

—¡Buenos días señora! Usted debe ser la madre de los niños Amira y Farid.

— ¡Buenos días, señorita! Si soy la madre de los niños, ¿Me indica donde me queda la cocina?—preguntó Sylvia.

— Venga conmigo— dijo la chica— ¿Desea desayunar?

— ¡Si por favor!— dijo Sylvia— ¿El señor a que hora desayuna?

— Muy pocas veces desayuna o come en casa, señora — dijo la chica.

Sylvia sonrió indicando que comprendía, después del desayuno se dirigió a las habitaciones de los niños, estaban una al lado de la otra.

La de Amira decorada como la habitación de una princesa real, todo indicaba que allí dormía una niña, detalles muy femeninos resultaban por toda la habitación.

Al entrar vio a la niña dormida plácidamente abrazando a un muñeco de felpa que obviamente la acompañaba desde siempre.

La habitación de Farid, muy masculina,

con detalles que denotaban la presencia de un caballero durmiendo dentro de la misma.

Sylvia los miró con ternura, eran tan frágiles y a la vez tan fuertes, hermosos; cuando los conoció ese día anterior y la llamaron mamá, recordó sus días en el orfanato, cuando añoraba que una madre se enamorara de ella.

Nunca eso sucedió, se tuvo que conformar

con crecer al lado de monjas y cuidadoras gruñonas; escuchar que la consideraban su madre, le conmovió sus entrañas, solo tenía diecinueve años, pero su instinto maternal se despertó.

Cuando ellos dijeron "mamá porque tardaste tanto", "nunca, nos dejes más solos"; Sylvia se sintió conmovida con la súplica de estas dos criaturas que sólo anhelaban el calor de su mamá.

Cuando estaba por salir de la habitación del niño, este se sentó en la cama y dijo:

—Mamá, todavía estoy enojado contigo por haberte ido a viajar, pero si prometes qe ya no te iras, te volveré a querer.

— Te lo prometo mi niño bello— dijo Sylvia— mamá ya no los dejará más,de ahora en adelante los cuidara siempre y no permitirá que nadie les haga daño.

—¡Gracias mamá!—dijo Farid.

Sylvia se acercó y lo alzó y lo llenó de besos y lo apretó contra su cuerpo, demostrando cuánto los amaba.

— Vuelve a dormir— dijo Sylvia— es temprano aún.

—¡No mamá, quiero levantarme, tengo hambre— dijo el niño.

— Entonces vamos a cambiarte de ropa y bajamos a desayunar— dijo Sylvia.

Busco ropa apropiada para que el niño estuviera cómodo y bien vestido, como todo un caballero de casa.

Cuando paso por la habitación de Amira ésta asomó su rubia cabecita y dijo:

—¡Mamá buenos días, quiero ir contigo y Farid!

—¡Buenos días mi princesa!

Entró en la habitación de la niña y la cambió de ropa, después de peinarla bajo con sus dos tesoros hasta el comedor, pidió dos tazones con cereales y una ración de frutas.

Estaban desayunando cuando escucharon:

— ¿Está rico ese desayuno?— era la voz de Hafid.

— ¡Papi!—dijeron los niños— ¡Buenos días, estamos desayunando con mamá, ves papi, nuestra madre es muy linda!

—¡ Si, tiene pecas como Farid y yo papá!— dijo Amira.

— ¡Ella me prometió no volverse a ir papá

—dijo Farid.

— ¡Así es!— dijo Hafid —y lo va a cumplir, ¿Verdad Sylvia?

— ¡Sí señor!—dijo Sylvia.

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una madre para mis hijos, una esposa para mi.