Cinco años después, el ambiente en el Departamento de Finanzas de Compañía Luján estaba tan tenso que se podía cortar con un cuchillo.
—Inhabilitaron el cortafuegos número dos.
—Inhabilitaron el cortafuegos número tres.
—Inhabilitaron todos los cortafuegos.
Haroldo Luján se encontraba en su oficina, su bello rostro reflejaba el enojo que tenía, era como si tuviera una nube gris encima de la cabeza. Temeroso, el jefe del Departamento de Tecnología se acercó a él y le informó:
—P-presidente Luján, inhabilitaron los cortafuegos y robaron diez millones de nuestras cuentas.
En cuanto pronunció esas palabras, el ambiente se sintió más tenso.
—¡Rastrea la dirección IP!
—¡Sí, señor!
No mucho después, Haroldo recibió otro informe.
—La dirección IP se encuentra en Villa Granizo, y el nombre de la propietaria es Vanina González.
—¿Vanina González?
Al mismo tiempo, en el estacionamiento de Compañía Luján, una mujer con camisa de gasa, pantalones de vestir y un aura imponente se bajó de un auto y se dirigió a la entrada.
—Haz que el Departamento de Asesoría Legal revise el contrato del presidente Romero, y coloca en mi escritorio los estados financieros de este trimestre. Hablaremos de lo demás después porque estoy por entrar a Compañía Luján.
Después de finalizar la llamada, Vanina miró el imponente edificio que tenía delante. Después de acomodar su ropa, se dirigió hacia el mostrador de recepción.
—Buenos días. Soy la presidente de Compañía Galaxia y tengo una reunión con el presidente Luján.
Esa Vanina era segura de sí misma y brillante, y el aura tranquila y estable que irradiaba hacía que fuera difícil apartarle la mirada. Ya no era la Vanina de hacía cinco años, quien se dejaba intimidar. Aunque aquellos acontecimientos la traumatizaron mucho, no se dejó vencer, sino que emprendió el camino del diseño y su talento en ello le permitió, por primera vez, ahorrar una gran cantidad de dinero.
Tres años antes, utilizó ese dinero para fundar su empresa, Compañía Galaxia. Después de días y noches de arduo trabajo, la compañía fue creciendo y, en ese momento, estaba entre las mejores de la industria del diseño de Hamlet, llevando la delantera frente a todas las demás empresas. Quería ampliar su mercado al exterior y, casualmente, Compañía Luján estaba buscando un socio comercial en el ámbito del diseño; sin duda que era una buena oportunidad para ella.
—Por favor, espere un momento.
La recepcionista revisó la lista de citas y luego, después de confirmarla, llamó a Laureano Chaves.
—Señor Chaves, llegó la presidente González, de Compañía Galaxia. ¿El presidente Luján está disponible?
Laureano miró a Haroldo, quien estaba leyendo acerca de Vanina con una expresión sombría y le preguntó con un tono calmo:
—Presidente Luján, la presidente de Compañía Galaxia, Vanina González, está aquí.
—¿Ella es? —Haroldo entrecerró los ojos, pero no corrió la mirada del documento que tenía delante.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Unidos por el destino