Entrar Via

Unidos por el destino romance Capítulo 3

Sin embargo, Vanina simuló mantener la calma mientras decía:

—Yo no lo hice. Compañía Galaxia tiene la intención de trabajar con Compañía Luján y nunca arriesgaría tanto por un pequeño error como este. En cuanto a mí, diez millones es solo el precio de un bolso; no me esforzaría tanto para inhabilitar los cortafuegos de su compañía por tan poco dinero. Ya que me han tendido una trampa, investigaré este asunto lo antes posible y le daré una explicación adecuada, presidente Luján.

Haroldo la miró fijo antes de responder con indiferencia:

—Si ese es el caso, estaré esperando su respuesta, señorita González. —Antes de que ella se fuera, añadió—: Quiero recordarle una cosa más, señorita. Esta no es una buena manera de intentar llamar mi atención.

Después de todo, había conocido a demasiadas mujeres que harían cualquier cosa con tal de acercarse a él. Ante esas palabras, Vanina tensó el rostro.

—No se preocupe, no estoy interesada en alguien importante como usted, presidente. En cuanto al asunto de hoy, lo investigaré lo antes posible y le daré una explicación. —Tras decir eso, salió sin siquiera mirar atrás, sin siquiera preocuparse por la sociedad.

Al irse, se apresuró a volver a Villa Granizo y, al ingresar a su casa, lo primero que vio fue a tres niños sentados en el sofá. Todos estaban vestidos igual y tenían un aspecto ya extraordinario a tan temprana edad; cada uno leía obedientemente sus propios libros. Al ver que su madre había vuelto, los niños la rodearon sonriendo mientras le decían con cariño:

—¡Mami!

Parecían absolutamente inocentes e inofensivos, lo que hizo que se disipara el enojo de Vanina. Esos tres eran sus hijos, quienes habían vivido en su vientre durante nueve meses. Por aquel entonces, en el hospital, había dado a luz a siete bebés, pero Melanie los vendió a diferentes traficantes de personas. Gastando una gran cantidad de dinero y comprando a la enfermera que trabajaba para Melanie pudo conseguir una pista sobre el paradero de sus hijos.

Afortunadamente, los traficantes solo estaban en eso por el dinero, y mientras tuviera suficiente, podría recuperar a sus hijos. Sin embargo, tenía dos hijos más de los que no había podido encontrar ningún rastro hasta ese momento. Durante los últimos cinco años, los había buscado incansablemente, pero, por desgracia, sus esfuerzos no dieron ningún fruto.

Al pensar en la advertencia de Haroldo, Vanina no se dejó cautivar por las adorables sonrisas de los niños y dijo con severidad:

—Los tres, escuchen con atención. Tengo que hacerles una pregunta, y será mejor que sean honestos. —Era la primera vez que se dirigía a ellos de forma tan estricta.

—Responderemos con sinceridad, mami —respondieron en simultáneo, sin cambiar las expresiones.

—¿Qué pasa, mami? —preguntó su hijo mayor, Jaime, quien tomó la iniciativa.

Vanina se puso seria.

—Acerca de Compañía Luján…

—No fuimos nosotros —dijeron al unísono los tres.

Ella ni siquiera había terminado su frase, pero ¿ya lo estaban negando? ¿No estaban demostrando lo contrario? Vanina entrecerró los ojos; estaba enfurecida.

—Mami, ¿qué pasó? —Volvió a hablar Jaime.

—Sí, ¿qué es Compañía Luján? —replicó Juan, su segundo hijo.

—Parece un inútil; teníamos razón. Ni siquiera pudo defender los cortafuegos de su propia empresa —dijo eso y extendió los brazos para mostrar su desprecio.

Vanina casi se sacó de quicio al escuchar esas palabras. «¿Ingenuo? ¿Inútil?». Era el jefe de la gran Compañía Luján, legendaria en Horquilla. ¿Desde cuándo parecía ingenuo e inútil?

Joaquín les dio la razón a sus hermanos e hizo una mueca.

—Mami, ¿ese hombre intentó molestarte? Si se atreve, jaquearemos todas sus cuentas, y así podremos utilizar su dinero para comprarnos caramelos.

Los otros dos niños apretaron sus pequeños puños.

—Joaquín tiene razón. Si se atreve a intimidarte, mami, le sacaremos todo y lo dejaremos sin nada, solo con su ropa interior.

Al escuchar eso, Vanina no sabía si reír o llorar. Ella creía que sus tres diablillos eran totalmente capaces de eso, pero no quería ir contra Compañía Luján. Después de todo, esa empresa tenía muchos talentos y, si lograban rastrear y llegar hasta ella, las cosas no terminarían bien. Aun así, se enterneció por lo que sus hijos deseaban protegerla; sin embargo, aunque se sintiera conmovida, no podía hacer la vista gorda.

—Mis amores, me emociona mucho que me protejan así, pero lo que hicieron no está bien. ¿Cómo pueden inhabilitar los cortafuegos y robar el dinero de otra persona?

—Se lo merecía —murmuró Juan en voz baja.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Unidos por el destino