En Villa Granizo, Vanina estaba leyendo con sus hijos cuando de repente sonó el timbre. Al oírlo, los cuatro giraron la cabeza al mismo tiempo, ya que no solían recibir visitas, pero ¿quién iba a ir a esa hora? Vanina caminó dubitativa hacia la entrada y gritó para sus adentros cuando vio a través de la mirilla quién era. «Maldición. ¿Por qué vino Haroldo?». Sin darse tiempo a pensar en ello, se dio vuelta de inmediato y se dirigió a sus hijos para ordenarles con seriedad:
—Mis amores, vayan a su habitación. Solo pueden salir cuando les avise.
Juan se levantó confundido por la forma en que actuaba su madre.
—Mami, ¿quién vino? ¿Por qué tenemos que escondernos?
—Es el presidente de Compañía Luján, Haroldo Luján; y como ustedes inhabilitaron los cortafuegos de su Departamento de Finanzas la última vez, no quiero que los vea. Sean buenos y vayan a su habitación a esperarme. Yo resolveré esto, créanme —explicó con paciencia.
—No tenemos miedo, y tú tampoco deberías tener. Mami, tenemos un plan para derrotarlo. Además, con nosotros aquí, te protegeremos y no dejaremos que te intimide —dijo con calma Jaime.
Tenían que proteger a su madre todo el tiempo, y consideraban que era demasiado que ese Demonio se atreviera a ir a su casa; así que, en ese momento, Jaime y Juan tenían una peor impresión de Haroldo.
Por otro lado, Joaquín asintió con obediencia:
—Si le hago caso a mamá, ¿podré comer más helado esta noche?
No le importaba tanto como a sus hermanos. «Después de todo, ¿qué tiene de especial ese Demonio? No es tan bueno como el helado, y creo que mamá se podrá encargar de él».
Vanina se tocó la frente con una mano al darse cuenta de que sus hijos estaban empezando a aprender a negociar. Sin embargo, no podía preocuparse por eso, así que asintió.
—Puedes, pero tienes que ayudar a mamá a convencer a tus hermanos.
En cuando dijo eso, Joaquín extendió sus manos regordetas y abrazó a sus dos hermanos.
—Por favor...
Apenas habló antes de que sus dos adorables hermanos cedieran de inmediato.
—Está bien, le haremos caso a mamá.
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