Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 665

Rafaela ya había vuelto al departamento. Estaba en la cocina, bebiendo agua helada. Al oír el ruido en la entrada, se recargó en la barra de piedra, con el vaso en la mano, y observó a la persona en la puerta. Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios, y sus ojos reflejaban la misma frialdad y distancia de siempre. La pequeña grieta que apenas comenzaba a cerrarse entre ellos ahora se había convertido en un abismo cada vez más grande.

—Fui al hospital solo para buscarte —dijo Liberto.

—¡Liberto, ya basta… de verdad, ya fue suficiente! —Rafaela dejó el vaso sobre la barra con tanta fuerza que un poco de agua se derramó. Salió de la cocina, con el rostro desprovisto de emoción, ni siquiera de enojo. Era como si la decepción hubiera agotado todo lo demás—. Amas a Penélope, no tienes por qué ocultarlo. Ahora todo el mundo sabe que ustedes son la pareja perfecta y que yo soy la tercera en discordia que arruinó su relación. Pero nada de eso… Liberto, a mí nunca me ha importado, porque yo no te amo. Sé perfectamente cuál es mi lugar entre tú y Penélope, y lo que los demás puedan decir. Al final, estamos juntos solo por interés. No voy a pelearme con el dinero, así que mis sentimientos no cuentan. Sé sopesar los pros y los contras, y en una situación así, entiendo perfectamente que revelar nuestra relación no les conviene ni a ti ni a Penélope. No quieres que ella cargue con una mala reputación, que la tachen de ser la otra, ¿verdad?

En ese momento, Rafaela entendió su elección. Su duda, su silencio, fueron la respuesta más clara.

—Ahora… te doy dos opciones. La primera: nos divorciamos. Después del divorcio, te daré mis acciones y seguirás siendo el presidente del Grupo Jara. Mantendremos nuestra relación en secreto hasta que el divorcio sea definitivo, nadie sabrá nunca lo que pasó entre nosotros. La segunda… deja tu hipocresía, llévate a tu Penélope de vuelta a Villa Sueño del Cielo y vivan su vida. No te aparezcas frente a mí. A mi papá solo tenemos que ocultárselo, y te juro… que no haré nada. Incluso si se casan en secreto y tienen hijos, no me meteré.

La primera opción, sin importar cómo se viera, era la mejor para Liberto.