Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 9

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"Ya veo." Rafaela colgó el teléfono y pronto recibió un mensaje de correo electrónico en su celular. Rápidamente editó el correo con información sobre Liberto.

Rafaela sabía que en pocos días tendría lo que quería. Así que como Liberto deseaba... su asunto pronto llegaría a su fin.

Eran las once y media de la noche. Liberto salió conduciendo de la villa Sueño del Cielo hacia el viaducto de Residencial Jardín Estrella, por una carretera oscura iluminada solo por luces a ambos lados, con muy pocos vehículos. Joaquín, mirando por el espejo retrovisor a un taxi, dijo: "Sr. Liberto, parece que alguien nos sigue."

Liberto, absorto en su laptop gestionando asuntos de trabajo, respondió: "Déjalo."

Joaquín había sido seleccionado personalmente por Liberto como su asistente. Si no hubiera notado eso, no merecería su posición. Después de bajar del viaducto, el taxi tomó otra dirección, alejándose por el camino opuesto. Liberto, con una mirada profunda, observó el taxi alejarse.

Era la una de la madrugada. Debido a las secuelas del accidente de tráfico, Rafaela, con dolor en todo el cuerpo, no podía dormir. Incapaz de soportarlo más, se levantó de la cama intentando alcanzar la botella de analgésicos en la mesita de noche, pero justo cuando estaba a punto de conseguirla, e cayó de la cama junto con las sábanas. El dolor se extendió por todo su cuerpo, impidiéndole gritar. Solo pudo retorcerse de dolor en el suelo y en poco tiempo, estaba cubierta de sudor frío.

Cuando intentaba levantarse y agarrar la botella de medicina, su corazón latió fuertemente, y Rafaela, llevándose la mano al pecho, perdió la visión de repente, desmayándose en el suelo. Todo eso fue visto claramente por el hombre fuera del dormitorio principal... Él la observaba luchar, sufrir... estando al borde de la muerte...

Rafaela consiguió agarrar la botella de medicina, pero antes de poder abrirla y tomarla, cayó inconsciente... Cuando despertó, mirando confundida el techo, las luces de la habitación ya estaban encendidas y ella estaba de nuevo en la cama. Rafaela respiraba agitadamente. Si no fuera por el intenso dolor en su pecho, podría haber pensado que todo había sido un sueño.