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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 19

—Te dije en el banquete familiar que soy el Guerrero Supremo —asintió Leandro.

—Ya estás otra vez. Tú y tus alardes. —Ella desestimó sus palabras y volteó los ojos. No se creyó su confesión y pensó que solo alardeaba.

—De acuerdo, no tengo nada que ver con ellos —le dijo Leandro encogiéndose de hombros con impotencia.

—Pero entonces, ¿cómo conseguiste que Dragón Azul se presentara con solo una llamada telefónica? —preguntó ella desconcertada—. Sin mencionar que hasta trajo a todo un regimiento con él.

—Todo fue una coincidencia. Cuando estuve aquí anoche, me enteré de que Dragón Azul se alojaba en la misma vecindad, estaba seguro de que el Guerrero Supremo también estaba cerca. Sabía que Arnaldo iba a traer hoy a sus hombres, así que avisé a las autoridades con antelación. Les dije que alguien estaba tratando de dañar al Guerrero Supremo, por eso enviaron a todo un regimiento para protegerlo. —Leandro inventó una explicación. Solo pudo crear una mentira para apaciguarla.

—Todo tiene sentido ahora. —A Zamira le pareció convincente su explicación—. Recuerdo que Dragón Azul dijo que el Guerrero Supremo vivía por aquí, lo que explica que estuviera en alerta máxima cuando Arnaldo y sus hombres llegaron a la casa.

—¿Quieres llevarte alguna de estas cosas a casa? ¡De ninguna manera me quedaré aquí! —dijo Leandro con un aire de disgusto.

—No, vamos a dejarlas aquí. —Zamira negó con la cabeza—. Solo incitaríamos la curiosidad de mamá y papá si nos ven trasladar nuestras cosas a casa.

En la Mansión Riviera en Colina del Norte.

Era una de las mansiones más lujosas de Colina del Norte. El lugar era la mansión familiar de los Gutiérrez, que acababan de cotizar las acciones de su empresa en la bolsa.

Todavía no eran las nueve de la mañana y era temprano para que salieran a trabajar. Casi todos estaban todavía en la casa cuando llevaron a Arnaldo a la mansión.

Pronto, todos los miembros de la familia supieron que le había ocurrido algo terrible y lo enviaron de inmediato al hospital.

José, Javier, Benjamín y todos los demás fueron para allá a toda prisa.

—¿Qué? ¿Quieres decir que esto es un regalo de Leandro? ¿Así que es él quien está detrás de todo esto? ¡Te voy a desollar vivo, Leandro! —Javier montó en cólera de tal manera que casi vuelca la mesa—. Dime, ¿dónde está Leandro ahora? ¡Voy a reventarle los sesos y aplastarlo como la asquerosa cucaracha que es! —Javier maldecía y juraba como un loco, rezumando violencia y malicia.

—Espera, Javier. Leandro dijo que este era solo su primer regalo, así que debemos esperar que su segundo y tercer regalo lleguen en poco tiempo. Parece que ha vuelto la situación a su favor, ¡nos está haciendo saber que ahora quien manda es él! —reflexionó José sobre el mensaje de Leandro. Se llevó las manos a la espalda y soltó una risa crispada.

—Le pedí a Bruno que averiguara qué pasó en realidad, papá. Seguro que pronto nos pondrá al día —le informó Benjamín.

Poco después, lo vieron venir corriendo hacia ellos, jadeando.

—Averigüé lo que pasó. Abuelo, papá, Javier. —Bruno carraspeó—. La pelea fue por Villa Real y, como consecuencia, Leandro le dio una paliza a Arnaldo.

—¿Cómo puede ser eso posible? ¿Arnaldo no andaba con Tomás, ese líder mafioso? ¿Cómo pudo Leandro golpear a los dos y convertir a Arnaldo en un vegetal?

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