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Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 40

«¡Leandro es sencillamente asombroso!». ¡Su heroísmo había dejado a Abigail con la boca abierta! Cómo deseaba que no hubiera nadie cerca para poder agarrarlo por el cuello y darle un gran abrazo.

Leandro y Abigail entraron al restaurante giratorio después de ordenar a unos hombres que se llevaran a Guido.

—No habrá cambios en sus funciones y todos mantendrán sus puestos de trabajo. Estoy seguro de que son conscientes de que voy a dar un banquete pasado mañana —Leandro dijo con una media sonrisa—: Les doblaré el salario si hacen un buen trabajo para mí.

Sus palabras fueron una verdadera inyección de ánimo para todo el personal del restaurante. Leandro y Abigail se quedaron a almorzar después de que él diera a conocer sus exigencias al personal.

—Cómo desearía que hubiera un hombre que me diera un banquete de cumpleaños aquí también. —Abigail se entusiasmó—: Me aseguraría de apreciarlo toda mi vida.

Leandro hizo oídos sordos a lo que ella decía y cambió de tema:

—Ahora que tenemos el lugar para el banquete de cumpleaños, es hora de elegir un regalo de cumpleaños.

—¿Eh? —Abigail dio un respingo—. ¿Todavía tenemos que buscar un regalo?

—Solo sígueme.

Leandro llevó a Abigail a una agencia inmobiliaria en el Centro Comercial de Colina del Norte.

—¿No es esta la Agencia Inmobiliaria Vista Hermosa? —Abigail chilló sorprendida—: ¿Estás loco, Leandro?

Jardín Vista Hermosa estaba en el barrio más cotizado del Distrito Residencial. El precio mínimo de sus apartamentos era de setenta mil.

Dada su ubicación privilegiada, solo Jardín Vista Hermosa alcanzaría el precio más alto por metro cuadrado. El precio que se pide por sus apartamentos es de decenas de millones.

—¡Seamos sinceros! ¿Cómo pueden permitirse una propiedad de decenas de millones? —María se negó a retroceder y les gritó—: ¡Hasta un ciego podría darse cuenta por ese aspecto miserable que tienen!

Su exabrupto atrajo la atención de alguien, que se había acercado a observar con ojos curiosos.

La mujer estaba vestida con un traje negro de negocios de falda y chaqueta. Sus piernas eran largas y esbeltas, lo que resultaba en extremo sensual con aquellas seductoras medias negras de encaje. Su torneada figura emanaba calor cuando su voluptuoso pecho se arqueaba hacia arriba y hacia abajo al respirar. Los hombres no podían apartar los ojos de su bonito rostro y su curvilíneo cuerpo cuando estaban allí. Era Carla Macías, la directora general de la Agencia Inmobiliaria Jardín Vista Hermosa.

—¿Qué está pasando aquí, María? —Carla se acercó a María con una mirada de desconcierto.

—Esta pareja está intentando crear problemas aquí, Señorita Macías. —María miró con dureza a Leandro y a Abigail—. Se negaron a marcharse a pesar de que saben que no podrían comprar nuestras propiedades.

—¿Mmm? ¿No eres Le…Leandro Gutiérrez? —Carla se quedó asombrada cuando vio que era Leandro.

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